Todo lo que hace Dios lo hace con orden; por ello también existe un orden para liberar el poder sobrenatural de la bendición profética.
Existen algunos requerimientos para liberar y recibir la Bendición Profética. Esta bendición debe ser impartida por una persona en autoridad espiritual. Debemos tener claro que la bendición le pertenece a Dios. ÉL instruyo que su autoridad espiritual delegada sea el conducto a través del cual la bendición profética iba a fluir. Num. 6:23 “Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel”.
He. 7:14-17. El sacerdocio en el tiempo del Antiguo Testamento era un tema de nacimiento. Era necesario ser de la tribu de Levi. Pero este sacerdocio fue pasado a Jesucristo por su muerte y resurrección. Sal. 110:4.
El apóstol Pedro nos dice que cuando una persona se convierte a Cristo; esa persona se convierte en una piedra viva de esa casa espiritual llamada Iglesia. 1 P 2:5 “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. El apóstol Pedro nos reconoce como ¡sacerdocio santo! Más adelante Pedro va a decir que somos real sacerdocio. Por lo tanto: Quienes somos nacidos de nuevo, tanto, hombres, así como mujeres, tenemos la autoridad espiritual para liberar la bendición de Dios sobre nuestros hijos, así como para recibir la bendición de una autoridad espiritual.
La bendición profética debe ser dada mientras se está parado. En la Palabra, estar de pie, es una señal de reverencia y respeto. Cuando el rey Salomón dedicó al Señor el templo que habían construido dice en 2 Cr. 6:3 “Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel: y toda la congregación de Israel estaba en pie”. En el ejército cuando en una habitación entra un oficial de mayor rango que los presentes, estos se ponen de pie y lo saludan, en señal de respeto. Ponte de pie para honrar a Dios y a su Palabra, porque Dios te está otorgando su bendición a través de su Palabra.
La autoridad espiritual para liberar bendición debe hacerlo con las manos en alto. Lc. 24:50 “Y Jesús los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo”. En el judaísmo, las manos levantadas son el retrato físico de la bendición y la palma de la mano representa la última palabra de la bendición y es “paz”. Sin paz no hay bendición posible. La autoridad espiritual al levantar las manos con las palmas dirigidas a la persona a ser bendecida esta invocando la paz de Dios sobre esa vida.
La bendición profética debe ser dada en el nombre del Señor. Col 3:17 “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o, de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”. Los sacerdotes del Antiguo Testamento cuando invocaban el nombre del Señor sobre las vidas de quienes iban a bendecir, literalmente imponían sus manos sobre la frente de estos.
La bendición profética debe ser dada cara a cara. Jesús luego de resucitar se presentó delante de sus discípulos y hablo con ellos cara a cara. Lc. 24:36 “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros”. Alguien que está listo para recibir la bendición profética lo hace con intención, permaneciendo de pie delante de su autoridad espiritual delegada y cara a cara con esta.
Debe ser dada con voz de autoridad. Que se escuche. Dt. 27:14 “Y hablarán los levitas, y dirán a todo varón de Israel en alta voz”. Cuando tu hables cualquier cosa que tenga que ver con la Palabra de Dios se audaz como un león, y habla en voz alta.
Mt. 7:24 “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”. Acá Jesús marca una distinción profunda entre oír y hacer la Palabra. Es hermoso conocer acerca de la bendición profética; pero es mejor impartirla a nuestros hijos, nietos y mucho mejor es recibirla de nuestras autoridades espirituales. Padres, (papás y mamás), Uds. pueden bendecir a sus hijos a cualquier hora del día, pero no dejen de hacerlo si es posible a diario. Y cuando a ellos les toque ser padres, lo van a hacer también con sus hijos.
Recibir la bendición requiere una decisión consciente y una acción de tu parte. La bendición profética no se va a manifestar nunca por sí misma en tu vida, hasta que tú, en fe, la recibas con gozo y alegría y te pongas en acción con actitud positiva sobre lo que Dios ha hablado para tu vida.
Pr. Rafael Vargas S.