“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Ro. 12:2
Una mente transformada es mucho más que la capacidad de dar una respuesta bíblica ante una determinada situación. Si no tenemos amor por aquello que Dios ama, el conocimiento acerca de Dios se hace vano, la teología sin amor es una lata que suena desafinada y molesta.
La capacidad de dar una respuesta bíblica ante un problema es sólo una de las cualidades de una mente trasformada, pero es mucho más que eso.
Romanos 12:2 nos dice que: una mente transformada comprueba cual es la voluntad de Dios. Una mente transformada no hace las cosas a su manera, primero valida cual es la voluntad del Señor al respecto.
Cuando Jesús enseñó cómo orar les dijo:
Mt. 6:9-10 “...Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
Este versículo nos da la semblanza de lo que debe hacer una mente transformada. Podemos concluir que una mente transformada es aquella que revela y muestra cual es la voluntad de Dios en la Tierra.
La mente de Cristo definió el estilo de vida que llevó el Maestro. Y ÉL hizo cosas maravillosas, como sanar enfermos, multiplicar alimentos, calmar tormentas e hizo múltiples milagros con lo que reveló el efecto que tiene el Cielo sobre la Tierra.
La mente transformada debería provocar que suceda lo mismo en nosotros. Esa transformación empieza cuando lo que parece imposible se convierte en algo lógico.
Descubrir la voluntad de Dios en algunas de las situaciones difíciles de la vida, es más simple de lo que a veces podemos creer. Veamos esto con un ejemplo.
Si alguien le dice que la enfermedad que está padeciendo se la envió el Señor con el propósito de que Ud. aprendiera a confiar en Dios. Lo que Ud. necesita hacer es examinar la Palabra de Dios para asegurarse que se trata de una Palabra auténtica de Dios.
Revisando el ministerio de Jesús en los cuatro evangelios, constatamos que el Maestro tocaba a mucha gente y vemos que persona tras persona que era tocada por el Maestro o era sanada, o era liberada a través del amor y el poder que Jesús ejercía.
En ninguno de los evangelios hay una historia que muestre que Jesús le causó a alguien una enfermedad. El estilo de vida de Jesús era completamente diferente, ÉL sanaba enfermos y liberaba endemoniados.
En consecuencia, existe una contradicción entre las obras de Jesús que registra la Biblia y lo que dice la persona que dijo que el Señor le había enviado la enfermedad que está padeciendo.
Por lo tanto la mente renovada puede llegar a la conclusión que aquello que le dijeron que venía de parte del Señor es falso, no proviene de ÉL…. Pero tenga cuidado, aunque rechace la palabra que le dio esa persona, no debe rechazar a la persona que se la dio. Porque sabemos que nuestro trato hacia los demás determina cómo seremos tratados nosotros.
Bienaventurados los compasivos, porque serán tratados con compasión. Mt. 5:7 NVI.
El valor de una persona no puede estar basado en las cosas que hace bien, sino en quien es esa persona en Dios.
Es lamentable que muchos cristianos asuman falsas “verdades” como ciertas y luego las difundan a otras personas como si fueran auténticas revelaciones de la voluntad de Dios. Al distorsionar la voluntad del Señor revelada en la Palabra, impiden que podamos ver su imagen verdadera.
Hay muchas personas buenas que creen que en estos tiempos Jesús ya no sana a los enfermos ni libera a los cautivos. Y si bien hemos de ser amables con ellos, ya que fueron engañados con esa mentira; nosotros debemos dejar en claro que lo que promueven son sólo mentira, ya que este tipo de pensamiento no corresponde a la naturaleza de Dios. Y daña la posibilidad de representarlo como realmente es ÉL, un Dios bueno, muy bueno.
Es posible que por ese pensamiento alineado con esa mentira por muchos años, esto hubiera contribuido a que la consciencia del hombre no pueda ver con claridad la bondad de Dios.