Efe. 2:4-10 “Pero Dios, que es rico en misericordia,…….. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Hemos sido creados para hacer buenas obras. ¡Los milagros son parte de nuestra naturaleza! Estos milagros han sido preparados para nosotros antes de la creación del mundo.
Al momento de la Creación, Dios no solo nos conocía, sino que El ya conocía la obra a la cual EL nos estaba llamando. Eso significa que cada acto de bendición que nosotros hacemos con alguien, es un testimonio y una expresión del poder de Dios. EL nos conoce, conoce a nuestros hermanos(as), conoce sus necesidades y EL conoce como usarnos para reunirnos con ellos. Ese llamado ha estado en nosotros, desde el principio, sin importar si nosotros lo habíamos aceptado o no lo hicimos.
Esto no está limitado a unos pocos escogidos. Este potencial para hacer milagros, descansa en el corazón de quienes somos, como miembros de la raza humana.
Tenemos un mandato bíblico de bendecir a otras personas. Como Dios le dijo a Abraham Gn.12:2 “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.” Hemos recibido las bendiciones de Dios y nosotros tenemos que sacar a raudales las bendiciones de Dios sobre la vida de otros. Somos bendecidos para ser bendición.
¿Eso quiere decir que hacer milagros tiene que ser una tarea ocasional? Por supuesto que no. Una de las más grandes satisfacciones en la vida proviene de provocar un impacto en la vida de alguien más, ya sean impactos grandes o pequeños, estos generan una enorme satisfacción.
No tienes por qué empezar por cambiar el mundo, tu puedes empezar sorprendiendo a un mesero dándole una excelente propina, y tal vez esto no suene a milagroso para ti, pero si la propina fue realmente muy buena, puede ser de inmensa valía para la persona que la recibió.
Recuerda, Dios ha preparado ese tipo de obras para que tú andes en ellas. Si tú te sientes cargado para hacer algo, ¡escucha a ese impulso!, porque puede ser Dios que está golpeando suavemente tu hombro para llamar tu atención. Así como los grandes héroes de la Biblia, tú nunca sabes cuál va a ser el resultado de tus acciones.
Si leemos la primera aparición del joven pastor David, nosotros ya sabemos que un día él va a matar al gigante. Si vamos al Génesis, y leemos la introducción de un hombre llamado Noé, ya sabemos que Dios lo va a usar para repoblar la tierra. Si leemos acerca de Moisés, ya sabemos que Dios lo va a usar para libertar a Israel. José era un soñador, Pablo era un perseguidor. Pedro y Juan eran pescadores. Pero, ¿Es así como los recordamos? Los recordamos por lo que sucedió luego, por la forma en como Dios les dio poder para que pudieran cumplir los mandatos sobre sus vidas. Conocemos el final de cada una de sus historias y eso hace que nuestra perspectiva para ver esas vidas cambie.
Un pequeño secreto acerca de los héroes de Biblia, es que ellos no sabían que milagros les estaba llamando Dios a hacer. Ellos no sabían que Dios estaba preparándoles milagros que ellos los iban a llevar a cabo, milagros de envergadura tal que habrían de impactar hasta nuestros días, miles de años después que sucedieran. Ellos simplemente no lo sabían.
Tu mi hermano(a), haz nacido para vivir milagros. Haz nacido para la grandeza. Las semillas de éxito han sido plantadas en tu ser interior antes de la creación del mundo. Naciste para ser más que vencedor en Cristo.
Algunas personas necesitan desesperadamente un milagro en sus vidas. La gran mayoría de ellas se sientan y luego oran. Y esperan y esperan y siguen esperando. A veces me dan ganas de agarrarlos por las solapas, zarandearlos fuertemente y gritarles “¿Qué estás esperando? Si quieres un milagro, entonces levántate y haz que algo pase”.
Jesús es el máximo hacedor de milagros. El termino hacedor implica que realmente estás haciendo que algo suceda. No puedo mencionar ninguna cosa que fuera hecha simplemente porque alguien está sentado en los alrededores y está esperando. Haciendo requiere acción. Ej. Un agricultor puede ser bendecido con la más increíble producción que nunca jamás se hubiera visto en toda la historia de la agricultura, pero a menos que él realmente recoja dicha cosecha, de nada le sirve si él no lo hace.
Si queremos ver un constante fluir de una cosecha de milagros a través de nuestras vidas, tenemos que seguir la tendencia del campo y cada vez dar de nosotros lo mejor que tenemos en cada oportunidad que Dios nos lo permita. La mayoría de los milagros demandan la participación de los hombres y eso implica que una persona que está anhelando andar en el flujo de hacer milagros de Dios da el paso de fe que hace que algo suceda.
Pr. Rafael Vargas Salgueiro