El libro de Números ilustra el carácter de Dios, su lealtad con su pueblo, su provisión y su expectativa de obediencia. Es importante analizarlo dentro del contexto de los libros que lo rodean, el Pentateuco.
Éxodo, Levítico y Números todos se ocupan del cumplimiento de las promesas que Dios le hizo a Abraham y la formación de los israelitas como el pueblo santo de Dios. Las promesas que Dios le hizo a Abraham incluían tres cosas: 1) Un territorio, 2) una gran Nación a través de sus descendientes y 3) una bendición que afectaría a todas las Naciones de la tierra. Gn. 12:2-3 2 …. 3 bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Gn. 17:4-8 4 …. 7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, … El cumplimiento de estas promesas empieza en Éxodo, cuando Dios libera a los descendientes de Abraham de la esclavitud en Egipto, luego en Sinaí les da las instrucciones para construir el lugar de su morada. Levítico se enfoca en el llamado a los israelitas como el pueblo escogido para que ellos sean santos como Dios lo es y lo adoren. Números continua con la historia de la travesía a la tierra prometida por Dios.
Además de las promesas, cada pacto establecía obligaciones. Dios requería de su pueblo dos cosas: obediencia y compromiso con ÉL como Señor. ¿Por qué obediencia? Porque a través de la obediencia el pueblo de Dios se va a mantener en santidad, dándoles una identidad distinta y apartándoles del resto del mundo. A través de la obediencia las bendiciones de las promesas van a ser obtenidas por el pueblo de Dios. A lo largo de Éxodo, Levítico y Números, se aprecia como el carácter de Dios, su compromiso con el pacto, y sus tratos con su gente permanecen constantes; es la obediencia de su pueblo la que fluctúa.
Después que se levantó el censo y las tribus fueron organizadas. Dios ordenó a Moisés traer la tribu de Levi a Aarón y los presentó como sus asistentes en el tabernáculo. Ellos fueron tomados en lugar de los primogénitos, Dios consideraba los primogénitos su propiedad porque los había salvado en la Pascua. Esta consagración fue transferida a los levitas para representar al pueblo. Num. 3:11-12 11 …12 He aquí, yo he tomado a los levitas de entre los hijos de Israel en lugar de todos los primogénitos, los primeros nacidos entre los hijos de Israel; serán, pues, míos los levitas. La tribu de Levi y su dedicación a Dios recordaría a los israelitas que Dios los había redimido, que ellos le pertenecían y que su compromiso y obediencia los iba a poner en condición de pueblo escogido y separado por Dios
En Levítico, Dios instruye a su pueblo Lv. 11:45 … seréis, pues, santos, porque yo soy santo. Números ilustra este principio: El pueblo de Dios debe tener el mismo carácter. ÉL es un Dios santo, quien vive en medio de ellos, entonces ellos tienen que ser personas santas para estar en su presencia. A través de la obediencia y santidad, ellos tenían que reflejar la santidad y la fidelidad de su Dios.
La presencia de Dios fue el centro de su experiencia en el desierto, la cual fue real y visible.
Ex. 40:34 34 Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Números da una imagen de la presencia visible de Dios durante la errante travesía de Israel: una nube cubría el tabernáculo de reunión. Dondequiera que la nube iba, el pueblo la seguía y cuando la nube se paraba, el pueblo acampaba.
El profeta Oseas compararía el corazón de Dios por Israel con el corazón de un padre que esta enseñando a su hijo como caminar. Os. 11:1-3. Si ellos estaban en un lugar por un día, un mes o un año, los israelitas solo se podían mover si el Señor lo ordenaba. Como un padre entrena y discípula a sus hijos para que crezcan y den fruto, así es como Dios estaba enseñando a su pueblo a confiar y a obedecerle. Luego de varios episodios de refunfuñar y quejarse el pueblo de Israel se rehusó creer que Dios les iba a dar la tierra prometida, y desobedecen a Dios.
Abraham respondió a la promesa de Dios con una fe que se expresaba en obediencia. La incredulidad de ellos era un acto de rebeldía contra Dios, entonces en lugar de moverse en dirección a la tierra prometida, deambularían en el desierto por 38 años más y esa generación, moriría en el desierto.
Números revela la importancia de la fe que se vive a través de la obediencia. Israel había sido liberado de la esclavitud, redimido de la muerte y había sido apartado en santidad; gozaban de la presencia de Dios en medio de ellos. Sin embargo, eligieron temer y dudar que el Dios que los había salvado también les daría la tierra prometida.
El mensaje en Números es claro: El pueblo de Dios avanza solo si confía en ÉL y obedece su Palabra. Era necesario atravesar el desierto, pero la idea nunca fue que el viaje se prolongara hasta que una generación completa se perdiera la promesa de Dios.
La incredulidad mostrada en el desierto nos sirve, como advertencia para no tener un corazón inclinado a ella y al pecado que nos vaya a apartar del Dios viviente. Tenemos que conocer y servir a aquel a quien le pertenecemos, somos propiedad de Dios, ÉL es nuestro dueño, pagó por nosotros.
Pr. Rafael Vargas S.