La excelencia es una expresión de la sabiduría. Todo el mundo tiene un corazón para ver los resultados de la excelencia.

La razón por la que deseamos y admiramos cosas o personas de excelencia, es porque internamente estamos construidos para buscar y desear lo significativo. Si Dios es lo más valioso y nosotros somos lo que más valora Dios, entonces tenemos en nosotros, en nuestras almas, un anhelo de excelencia, un deseo por lo significativo. 

Ya sea que la expresión de este valor provenga del jardinero, el médico o la ama de casa,  tiene un lugar en glorificar a Dios y dar testimonio de la verdadera naturaleza de la sabiduría.

Algunas palabras usadas para describir esta gracia regalo de Dios son: brillantez, mérito y calidad. Cada una de estas palabras expresa el corazón entregado a la excelencia. Esta gracia afecta nuestra productividad, nuestras palabras y nuestras relaciones; de hecho, se entiende que afecta cada área de nuestras vidas. Una persona que ha madurado en este valor  de la excelencia no se puede poner en ON/OFF  a voluntad, porque la excelencia se vuelve parte de quienes somos y cómo pensamos.

Dios nos ha dado el deseo de crecer, de destacar, de sobresalir y llegar a ser más como Él es. ¡Excelentes!

Vivir una vida de excelencia debe ser nuestra ofrenda a Dios. Todo lo que hacemos ha de ser como para el Señor, y hecho con todas nuestras fuerzas. Esto nos da la brillante oportunidad de adorar a Dios con nuestro trabajo. 

Cuando nuestro trabajo se convierte en nuestra ofrenda, se vuelve como el sacrificio ofrecido por Elías, sobre el cual cayó el fuego de Dios. Y debido a que el fuego siempre cae sobre el sacrificio, puedes ver cómo ofrecerle a Dios nuestras labores lo atrae a un entorno de maneras inusualmente poderosas. El trabajo puede convertirse en una ofrenda donde Él habita.

El profeta declaró: “Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy”. Joel 3:10. Esta cita nos da un vislumbre en cómo Dios usa nuestras herramientas de trabajo y las hace efectivas al convertirlas en armas de guerra espiritual.

Este concepto se devela aún más en Zac. 1: 18-21. “Después alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro cuernos. Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué son éstos? Y me respondió: Estos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén. Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros. Y yo dije: ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla”.

Los cuatro cuernos son potestades espirituales destinados a destruir al pueblo de Dios y la respuesta de Dios a eso, es sorprendente: El envió artesanos (carpinteros). La expresión creativa que ofrecían estos artesanos tendría poco efecto en la sociedad si no fuera excelente. Realizadas con excelencia, nuestras expresiones creativas benefician la guerra espiritual. 

Dios permite que nuestras labores santificadas se vuelvan sobrenaturalmente efectivas para destruir los propósitos y obras de los poderes de las tinieblas. Esta es una de las formas en que la Iglesia modela la sabiduría de  manera que el mundo aprenda de Su sabiduría. Ef. 3:10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales”.

La obra hecha para el Señor está apartada para Su honor y atrae Su presencia manifiesta a ese entorno. El trabajo realizado con todas nuestras fuerzas se clasifica como trabajo excelente. Entonces se convierte en una expresión de Su naturaleza que fluye a través de nosotros.

Pro. 22:29¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición”.  Esto nos enseña dos lecciones profundas sobre la vida. La primera lección es que los reyes tienen que tener tanto el apetito así como los recursos para buscar la excelencia. Es algo a lo que le dan un valor dado por Dios, por lo que es la herramienta que Dios nos ha dado para traer influencia a ese entorno.

La segunda lección revela que la excelencia es el camino para la promoción. La excelencia es el medio por el cual las personas pueden tener influencia más allá de su esfera normal. Los gobernantes en nuestra cultura están en la cima de las montañas de influencia en negocios, política y otras áreas. Estas personas son difíciles de influir para la persona promedio, pero la excelencia lo hace posible.

2 P. 1:3-4Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.
En otras palabras se volverán más como Jesús y empezaran a experimentar la excelencia en diferentes áreas de sus vidas.

Buscar la excelencia significa que queremos ser como nuestro Padre Celestial es. ¿Qué puede haber de malo en ello?

Si añadiéramos excelencia a nuestra relaciones familiares, nuestras familias serían fuertes, y poderosas, no estaríamos lamentando que alguno de los miembros esté esclavizado por la droga, o que se esté convirtiendo en un perdedor. Seríamos familias de ganadores. Si añadieras excelencia a diario a tu carrera u oficio, las cosas que tu harías tendrían ese sello, y tu trabajo hablaría por ti, te sobrarían los clientes y la gente que querría contratarte, porque sabe que tu  haces trabajos excelentes. Por ende, podrías cobrar más dinero y traer mayor provisión económica a tu familia. No necesitarías ir a colgarte de ningún partido de turno para que te caiga algo.

El apóstol Pedro nos dice que:  si además de la fe y la excelencia añadimos conocimiento a nuestras vidas, el resultado sería el siguiente: “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”. 2 P. 1:8

Dice la Biblia que todo lo que hagamos deberíamos hacerlo como para el Señor. Es decir con excelencia. mundo. 

Pr. Rafael Vargas Salgueiro

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