La esencia del mensaje es esta: Para que podamos discipular debemos relacionarnos. Pero nuestra primera relación tiene que ser con Dios y él es quien nos da la gracia para vivir todo lo demás.
EL tiene la gracia para perdonar nuestros errores, guiarnos a la verdad cuando estamos en un error y darnos el poder para caminar en la verdad que EL nos ha mostrado.
Como discípulos, debemos entender que todas nuestras relaciones y todo lo que valoramos solo se pueden obtener a través de la riqueza de la gracia de Dios.
La gracia no solo inicia nuestra relación con Dios, sino que es la que la sostiene cada vez en mayor medida. Ro. 5:20-21
Pablo explica la respuesta de Dios, 2 Cor 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”
Si el aguijón en la vida de Pablo se trataba de un tema que se refería a una relación o a una enfermedad en su cuerpo, la gracia de Dios era suficiente. He. 4:16 “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Aún en el área de la provisión material, la gracia de Dios es muy capaz de proveer para nosotros. Hch. 4:33-34 “…y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido.”
La abundante gracia de Dios está disponible para nosotros cuando la necesitemos. El puede proveer todo tipo de cosas que necesitemos cuando las necesitemos. 2 Cor. 9:8
Es SU gracia, y solo su gracia la que nos da poder para ir y hacer discípulos de todas las naciones.
Pretender hacer el trabajo ministerial sin la gracia es poco sabio. El ministerio no es el trabajo de nuestra carne, sino que es el trabajo que hacemos en cooperación con Dios y su gracia. Ro. 11:6 “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.”
Hch. 6:8 “Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.” Es la gracia de Dios la que nos habilita y nos empodera para ser lo que Dios ha creado que seamos, y para hacer lo que EL nos ha llamado a hacer. Gracia es la combinación de la presencia inextinguible de Dios y el inextinguible poder que trabaja cada día en nuestras vidas.
Es su presencia y su poder que nosotros no merecemos, pero que hemos recibido y hemos sido favorecidos con ellos. La gracia fue prodigada sobre nosotros a través de la sangre de Cristo. Efe. 1:7-8 “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
Para entender completamente la gracia, tenemos que distinguir que hace esta diferente de la misericordia. Misericordia es cuando tu eres perdonado y el debido castigo no te es impuesto. Y gracia es cuando tú empiezas a recibir privilegios que tú no mereces.
Cuando usamos la gracia como una licencia para pecar, a pesar que hemos sido promovidos a la posición de hijos, elegimos vivir como esclavos.
La gracia no solo es acceso que nos ha dado Dios. También es poder para vivir esa relación con Dios cada día y no tener que esperar hacerlo en el cielo. Tito 2:11-12 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.”
La respuesta correcta a su gracia es “Señor, gracias por tu misericordia y por la gracia de ser tu hijo”. ¡Que privilegio! Estoy abrumado por tu bondad, quisiera dedicar cada día de mi vida para ser como tú eres. Una vez más gracias Señor, Te amo mucho Señor.
La gracia no es un permiso para que desenfrenadamente pequemos en contra de Dios. Gracia es la tarjeta que te abre paso a una relación con el Señor.
Pr. Rafael Vargas Salgueiro