Jesús y sus discípulos estaban cruzando el mar de Galilea y los vientos se embravecieron al punto que los discípulos estaban aterrorizados pensando que iban a morir, asustados despertaron a Jesús. Mr. 4:38-39 “… Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza”. Jesús habló y así fue. En otra ocasión, Jesús estaba parado frente a la tumba de su amigo Lázaro, quien tenía cuatro días de muerto y “…clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió”, Jesús habló y así fue. En Lc. 5:12-13 “Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él”. Él habló y así fue.
Esa voz que calmó el mar, que levantó a Lázaro y curó al leproso, es la misma voz que habló a las tinieblas en la Creación y éstas huyeron de la faz de la tierra. Tú puedes estar pensando claro, es que era Jesús, el hijo de Dios; pero hoy quiero decirte que tu hablar, como hijo de Dios, expresa el poder de Dios en cualquier momento que tú proclamas la Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene poder infinito, poder para liberar oprimidos, sanar enfermos y redimir perdidos.
Como creyente; tienes en tu Biblia el único instrumento que necesitas tener en tu mano para hacer todas aquellas cosas que Dios te manda a hacer. Lo primero que debes tener en cuenta es el poder de la Palabra de Dios. La Biblia es un libro sobrenatural, esto NO parece obvio cuando echas tus primeros vistazos en ella, pero cuando la entiendes, el poder que hay en ella es realmente ilimitado. Es clave, que comprendas cuan poderosas pueden ser tus palabras y cuánto pueden éstas revolucionar tu vida, tu matrimonio, tus hijos, tus negocios y el lugar donde vives. Así como, modelar tu futuro.
Cada vez que las palabras que hablas con tu boca están en concordancia con la Palabra de Dios, Jesús, el Sumo Sacerdote de nuestra fe, va a liberar SU autoridad y SU bendición desde el cielo sobre tus palabras habladas aquí en la tierra. Si te niegas a hablar la Palabra de Dios a través de la bendición profética sobre tu vida y sobre la vida de tus seres amados, lo que en realidad estás haciendo es cortar lo que ésta bendición podría hacer sobre tu vida. Es como decirle al Señor, sabes no me interesa tu bendición, y con ello te privarías de los beneficios que ésta tiene para ti y los tuyos. La iniciativa tiene que ser tuya. Mt. 16:19 “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Es Dios quien está esperando que tú te decidas, ÉL quiere oír tu voz para liberar su poder en ti.
La Palabra hablada es un arma poderosa en la guerra espiritual. Efe. 6:13,17-20 “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes… Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar”. Al instruirnos que nos armemos con “la espada del Espíritu”, estos versículos nos instruyen que peleemos contra la maldad abriendo nuestras bocas y hablando la Palabra de Dios. Los cristianos tenemos que darnos cuenta que la Palabra Hablada es un instrumento de autoridad que nos ha sido dado por Dios para liberar SU poder en cada área de nuestras vidas.
La Escritura registra la ventaja que se puede obtener a través de la palabra hablada durante la guerra espiritual. Sal. 149:5-9. El poder de la Palabra Hablada le otorga al creyente la autoridad de proclamar las promesas que están en la Biblia y una de esas promesas es la victoria. Dt. 20:4. Sin embargo, a menos que estas promesas sean habladas, las mismas no pueden cumplir su propósito. Tenemos que proclamar los juicios escritos para que el poder almacenado en ellos sea liberado.
Jesús usó la Palabra Hablada en batallas espirituales. Luego de ayunar por 40 días, el diablo empezó a tentarlo; lo hizo por tres veces y en cada una de esas veces Jesús peleó proclamando las Escrituras. Mt. 4:10-11. Jesús encaro la guerra espiritual, y tú también lo harás; te lo garantizo. No puedes evitar la batalla, pero puedes ser equipado para ganarla. Dios dijo que tienes el poder para usar SU Palabra como parte de tu armadura y defenderte del enemigo. No existe razón alguna para que pierdas la batalla que hoy estas peleando, ve a la Palabra. Léela con Fe, en Fe cree en ella, en Fe declárala y observa las montañas de imposibles empezar a desaparecer. Mt. 17:20.
Es importante entender que la Palabra Hablada es tan poderosa que una vez que ésta ha sido proclamada no pude ser revertida. Isaac no pudo invalidar la Bendición que pronunció sobre Jacob.
En Gn 12:2-3 el Señor habló la siguiente bendición sobre los hijos de Israel: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.
Esta bendición no puede ser revocada. El profeta Balam fue enviado por el rey de Moab a maldecir a Israel, y Dios se lo impidió y lo envió con una instrucción para dicho rey. Num. 23:20-21 “He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, Y júbilo de rey en él”.
Pr. Rafael Vargas S.