Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio mundo, a diario enfrentamos problemas, tenemos sueños que queremos hacer realidad, existen distintas situaciones que pasan a diario y nos afectan.
Cuando interactuamos con otras personas, lo hacemos a partir de nuestro mundo, sin considerar que ellos(as) tienen sus propios problemas y su propia manera de concebir las cosas. Si se trata de alguien acostumbrado a administrar cosas delicadas, y no sabe salir de su mundo, a sus ojos, los problemas de hogar que le toca manejar a su cónyuge se verán como poco importantes. ¿Cómo no va a poder lidiar con los hijos? ¿No se da cuenta lo que yo tengo que enfrentar?
Nuestra tendencia es mirar nuestro mundo como algo muy importante y tendemos a minimizar la importancia del mundo en el que viven otras personas y en particular de quienes amamos. Lo mismo sucede con los hijos, cuando son pequeños pareciera que su mundo es tan insignificante; pero ellos también tienen sus problemas y necesitamos dejar nuestro propio mundo de preocupaciones y meternos en el suyo. Si queremos vivir conectados con ellos, tenemos que hacernos como ellos para entenderles, ponernos en sus zapatos y hablar en su propio lenguaje.
Lo que hace que nuestros hijos sean tan valiosos para nosotros, es que estemos conectados con ellos. En eso consiste ser un padre que esta presente. Un padre que solo se pasa el tiempo frente al televisor y este alimentando sus relaciones sociales, aunque estas se celebren en casa, no es un padre con el cual sus hijos puedan realmente contar, uno tiene que estar verdaderamente presente para ellos.
Todos tenemos la tendencia de enfocarnos en nosotros mismos. Tenemos que ver por encima de nuestras necesidades y deseos. Los niños pasan por épocas donde la sabiduría parece escasear y los padres no siempre pueden estar al tanto de lo que ellos hacen. Pero hay alguien que siempre sabe todo lo que ellos hacen, así que pídele a Espíritu Santo que te muestre aquello que ellos hacen y que tu necesitas conocer. Y ÉL te va a guiar a hacer las preguntas adecuadas en el momento indicado.
En lo que se refiere a sus creencias recordemos que ellos no necesariamente escogerán las nuestras solo por estar cerca de nosotros. Necesitamos encontrar la manera para comunicarles nuestra fe en formas que tengan significado para ellos.
Nuestros hijos no seguirán automáticamente a Jesús solo porque nosotros lo hacemos. De hecho, es posible que una generación pierda la siguiente generación completa. Jue. 2:10 10Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel
Josué era un gran líder, pero falló en asegurar que la siguiente generación conociera a Dios como lo hizo la generación que él liderizó. Una generación que no entendía no reconocía lo que Dios podía hacer por ellos. Jue. 2:13 13 Y dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot. A pesar de todas las cosas increíbles que Dios hizo con la generación de Josué para poseer la tierra prometida. Podemos concluir que Josué y la generación que el liderizó fracasó en llevar a la siguiente generación a tener el mismo amor y pasión por caminar con Dios, y los hijos de la generación de los conquistadores dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot.
Es fácil entender que Josué y sus lideres celebraban sus victorias, esas que conseguían para traer gloria a su Dios; y seguro sus hijos andaban haciendo otras cosas alejados de aquello que sus padres estaban viviendo, posiblemente unos jugaban fútbol y otros tal vez estaban socializando. La generación de Josué asumió que sus hijos los imitarían y no hicieron esfuerzo alguno porque heredaran la pasión y el sentido de compromiso con la causa de Dios.
Tenemos que incursionar en el mundo de nuestros hijos y comunicarles nuestra fe de manera que ellos puedan comprenderla. Necesitamos compartir con ellos con emoción y detalle lo que Dios esta haciendo con nosotros y lo que ira a hacer con la siguiente generación si se aferran a Dios. Sal. 145:4 Que cada generación cuente a sus hijos de tus poderosos actos y que proclame tu poder (NTV).
La próxima generación va a construir sobre lo que nosotros hemos construido, así que debemos alentarlos y esperar que ellos sean mejores de lo que somos nosotros. Que alcancen a hacer sus propias hazañas en Cristo. Pero, hay tantos creyentes que esperan que sus hijos apenas se hagan jóvenes se aparten de los caminos del Señor. Si esa es su expectativa, eso es lo que tendremos.
Como lideres y padres, nuestras convicciones son cruciales para impulsar a nuestros hijos a su destino. Sal. 127:3-4 3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. 4 Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Si son como flechas, es nuestro deber apuntarlos bien, en la dirección correcta. Si queremos que la próxima generación sirva a Jesús con pasión, tenemos que tener expectativas mas altas, no mas bajas. Y hay que hacerlo deliberadamente.
Pr. Rafael Vargas S.