Una verdad que tiene que estar clara para todo creyente, es aquella que está relacionada con lo que sucedió en la cruz cuando Jesús dio su vida por la humanidad. Porque derivado de ello, en nuestra calidad de hijos de Dios debemos tener la certeza que hoy día tenemos el mismo acceso a Dios el Padre que aquel acceso que tiene Jesús.
Permanentemente oímos malas noticias de cómo se incrementa la maldad en nuestras ciudades y naciones. Pero, aquí está lo bueno: Jesús gana. Es más, Jesús ya ganó, obtuvo la victoria con lo que hizo en la cruz y con su resurrección.
Los hijos de Dios no luchamos por la victoria sino que luchamos desde la victoria de Cristo hacia la vida. La victoria de Jesús fue sobre todos los enemigos de la humanidad: el pecado, la muerte y todos los poderes de la oscuridad. Su Evangelio es poder de Dios para salvación. Y SU salvación toca cada parte de la vida, incluidos los propósitos de Dios para las ciudades y las naciones.
A menudo, vemos en las Escrituras lo que nuestra fe nos permite ver. Y debido a que hay tan poca fe en el poder del Evangelio para traer una transformación real durante nuestra vida, tendemos a posponer las gloriosas promesas de Dios. Muchas de esas promesas las consideramos como descripciones a cumplirse en el cielo. Sin embargo, estas promesas están en la Biblia, con buenas razones para que creamos que son promesas para ser experimentadas y vividas ahora. Merecen más que una mirada casual. Hay palabras proféticas que vale la pena recordar cuando pensamos en los últimos días.
Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová. Jer. 31:12-14.
Nos dice que la gente fluirá hacia la bondad de Dios. Ellos también estarán satisfechos, lo que significa que estarán llenos hasta el borde, sumergidos y totalmente satisfechos por la bondad de Dios. El vs.14 dice: el alma del sacerdote también estará abrumadoramente completa y realizada. Recuerde que todo creyente es sacerdote para el Señor. Tener el alma del sacerdote plenamente satisfecha podría estar hablando del alma próspera a la que se refiere 3 Juan: 2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. El ministerio de la abundancia del corazón siempre ha sido la intención de Dios para todos nosotros. Nuestra realidad interna siempre estuvo destinada a impactar y definir nuestra realidad externa.
El temor del Señor se ha convertido en un tema muy impopular en los últimos días. La gente dice que es una contradicción a nuestra vida bajo la gracia. Comprendo de alguna manera su lógica, pero no creo que se sostenga contra la evidencia de la Palabra.
Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con qué contra mí se rebelaron. 9 Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré. Jer. 33:8-9.
La Biblia debe dar forma a nuestra lógica, no al revés. El temor de Dios es real y necesario. Él no es sólo mi Padre y mi consolador. Él es Dios santo y todopoderoso.
El siguiente pasaje de Oseas revela el tipo de temor más importante “Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días”. Os. 3:5. Es el temor de Dios que proviene de ver Su bondad. El salmista también saca a relucir este aspecto en el Salmo 130, cuando habla del perdón de Dios. Sal. 130:3-4 “JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, Para que seas reverenciado”.
Para tener una verdadera comprensión de la bondad de Dios, es necesario aprender a temerle. El perdón que proviene de Su gloriosa bondad es nuestra introducción al temor de Dios. No creo que haya un temor saludable de Dios separado o apartado de haber visto y experimentado Su bondad.
Cuando bendiciones terrenales como el incremento de ingresos, la promoción en el trabajo o ser apreciado por personas influyentes llegan a la vida de personas que aún no se han convertido en creyentes, pueden pensar que se las han ganado, que se las merecen…. Pero, ¿qué medida de bendición tendría que venir para que las personas realmente teman a Dios por eso? Tendría que ser algo realmente extremo. Pero, Él nos da favor debido a Su amor por los que nos rodean. Y debemos pasar ese favor a aquellos que están observando Su favor en nuestras vidas.
EL abre puertas que jamás pensamos que se nos abrirían. Nos lleva a caminar por sendas que jamás pensamos que podríamos caminar. Nos relaciona con personas y circunstancias que jamás pensamos que podrían darse, nos guía de las formas más inverosímiles que puede haber … su bondad es impactante… cómo podría no temer fallarle o lastimarle. En lo posible, no deberíamos traer tristeza ni aflicción al corazón de nuestro buen Padre.
Pr. Rafael Vargas