Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo...; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo…”  He. 1:1-4 

Esta porción de la Palabra nos deja claramente establecido que Jesús mostró al Padre en todo lo que ÉL hizo. 

Todo  tipo de inconsistencia en la revelación de la naturaleza de Dios entre el Antiguo y el Nuevo Testamento es aclarada por el ministerio de Jesús. 

Definitivamente, Jesús es la teología perfecta.

Uno de los elementos más importantes del evangelio es que la naturaleza del Padre era perfectamente visible en Jesús.

No podemos negar que en el A.T. se muestra que Dios manifestó cierto enojo y juicio; y de igual manera Jesús también lo hizo en cierto grado. Sin embargo, la extraordinaria compasión que Jesús mostró por todos los necesitados supera con creces cualquier muestra de enojo que hubiera tenido. 

Jesús mostró que Dios es en extremo compasivo. Esta es la revelación que todos los creyentes somos responsables de imitar y enseñar. Y también esto lo dejó claro Jesús cuando dijo: “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío”. Jn. 20:21

Jesús es nuestro modelo a seguir. Y la descripción de la tarea que ÉL nos encomendó también está definida: predicar el evangelio, sanar enfermos, resucitar muertos y  echar fuera demonios.

Si tu dices que no estás preparado para hacer todas estas cosas, ¿ya te preguntaste, por qué crees que no estás preparado para hacerlas?

Dios ha hecho que  muchas realidades estén disponibles para nosotros. La mayoría de las cosas que necesitamos en la vida son traídas a nosotros, pero la mayoría de las cosas que queremos las tenemos que conseguir.

Nos toca buscar las cosas que están disponibles para nosotros. Estas bendiciones o dones, son consecuencia de la sobreabundancia que se produce cuando tenemos un Encuentro real con el rostro de Dios.

La mera verdad es que no tengo respuestas para todas las interrogantes  que se generan acerca de las diferencias en la forma que se muestra Dios a lo largo de la Biblia. Pero creo que es mejor vivir a partir de lo que se  conoce como verdadero sin preocuparnos demasiado por los misterios que no podemos explicar.

Lo que tenemos claro de las Escrituras demanda compromiso y acción de nuestra parte.

Lo mostrado por Jesús acerca del Padre está totalmente claro por lo que esto amerita  que dediquemos el resto de nuestras vidas a aprender a imitarlo.

Jesús llevó un estilo de vida donde lo sobrenatural era cotidiano, pero a la vez nos mostró que tenía una vida donde se priorizaba la búsqueda de la comunión con Dios para conocer su voluntad y así hacerla.

Su estilo de vida involucraba el ayuno así como el constante separarse en oración, muchas veces en vigilia durante toda la noche. Estos aspectos demuestran que buscar a Dios para hacer su voluntad era su prioridad de vida. Este es nuestro modelo de vida a seguir.

Jesús también nos mostró lo que es crecer en gracia para con Dios y con los hombres. Y el Padre respondió a su Hijo para mostrarle su aprobación abriéndole los cielos y diciendo: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”. Y de inmediato el Padre liberó al Espíritu Santo sobre su Hijo, y fue quien capacitó a Jesús para que pudiera mostrar al Padre como realmente es ÉL. 

Así fue como el Padre a través del Espíritu Santo guió y dirigió todo lo que Jesús dijo e hizo. La intimidad de Jesús con su Padre se constituyó en el fundamento para todas las maravillas, señales y los milagros que hizo a lo largo de todo el tiempo que duró su ministerio en la Tierra.

Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor”. Eze. 39:29  

Acá dice que el rostro de Dios se revela en el derramamiento del Espíritu Santo. Ese derramamiento también fue necesario para que Jesús estuviera completamente capacitado para hacer lo que el Padre le guió a hacer. Y esa fue su búsqueda permanente. Recibir esa unción lo calificó para ser el Cristo, que significa “el ungido”. Sin esa experiencia, su ministerio no hubiera sido posible y tampoco hubiera sido el Cristo.

Pr. Rafael Vargas S.

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