Espíritu Santo puede guiar a los creyentes de forma poderosa y también puede activar la reacción adecuada a las necesidades de las personas cualesquiera que estas sean. Esto provoca que la vida del creyente se vuelva una vida emocionante. Si es tan a todo dar vivir una vida de intimidad con Espíritu Santo; ¿por qué no viven así todos los seguidores de Cristo? La respuesta es sencilla, para vivir una relación de intimidad con Espíritu Santo se necesita ejecutar un cambio drástico en nuestras creencias y acciones, y la gente evita los cambios porque se siente incómoda por ellos. El cambio que se requiere demanda revisar y desafiar su sistema de creencias y le hace sentir incompetente, y ese no es un sentimiento agradable.
Para entrar en una relación de intimidad con Espíritu Santo necesitamos enfrentar nuestros temores y ejecutar los cambios necesarios.
Las personas tienen a veces tales modelos de creencias que los paralizan, o los llevan a volverse críticos gratuitos del cambio. Lo que necesitamos comprender a la luz del conocimiento de la Palabra de Dios es que existen métodos negociables y lo que es innegablemente no negociable es la Verdad.
Las cosas que nos hacen sentir incómodos no son necesariamente malas. El cambio siempre va a causar una sensación extraña, aun cuando este te ubique en el corazón de la voluntad de Dios. Si hay algo que es destructivo es negarse a cambiar cuando el cambio es necesario. Por ejemplo: Cuando un paciente es advertido por su médico que necesita ejecutar un cambio de hábitos y el paciente no lo hace; lo que está haciendo es elegir tener mayores crisis de salud; su elección no es apropiada.
El cambio siempre es difícil de ser implementado, pero también es necesario. Tenemos que cambiar para tener comunión con Espíritu Santo; y así cumplir el propósito con el que hemos venido a este mundo.
Uno puede buscar la verdad, aceptar su realidad actual y procurar una solución guiada por Dios. Es mejor buscar el cambio antes de que el cambio te sea impuesto. Y eso significa buscar mejorar la manera de hacer las cosas, aun cuando los sistemas actuales parecen estar funcionando.
Solo porque un sistema funciona no significa que no haya una manera de hacerlo mejor. Por ello deberíamos tener una mentalidad inclinada al mejoramiento continuo de todo lo que hacemos en nuestras vidas.
Para que uno acepte que necesita cambiar tiene que confrontar las razones por las que se resiste al cambio. Entre ellas podemos citar, por ejemplo: la ignorancia, el temor, la flojera incluso la rebeldía.
Hay quienes se oponen a cambiar porque no ven la necesidad de hacerlo. Asumen que las cosas van a ir bien de por sí.
El cambio siempre implica que hemos de asumir cierto nivel de riesgo, y esa es la razón porque se produce el temor. No debemos olvidar que el temor nos puede llegar a paralizar, y puede impedirnos vivir el cambio que necesitamos. Por eso es bueno preguntarse ¿qué sucedería si no cambio?
Si uno está satisfecho con cómo están las cosas, uno no va a hacer el esfuerzo de experimentar una forma nueva de hacerlas. Otras personas no quieren ser dirigidas por nadie, eso quiere decir que se oponen a cambiar no porque no están de acuerdo, sino porque tienen una actitud rebelde.
En la vida siempre se puede mejorar, no importa cuán bueno sea; busque nuevas maneras de hacer las cosas y mejorar su vida. Pero mejore en buena lid; de buenas maneras.
Para que una persona este decidida a cambiar, tiene que admitir que hay algo que no sabe, que hay una verdad que no conoce, que hay un problema para el cual desconoce su solución o que hay una mejor manera de hacer las cosas.
En estos tiempos las cosas están cambiando más rápido que nunca en la historia de la humanidad. Para estar a tono con lo que se necesita, tenemos que ser guiados por el ser más contemporáneo que camina sobre la faz de la tierra y ese es Espíritu Santo. Vivir una vida de intimidad con ÉL implica vivir una dinámica de cambio constante. Tendemos a encontrar algo que funciona y nos quedamos con ello. Entonces el cambio se convierte en un área de lucha.
Dios quiere que lo conozcamos mejor cada día. Y ÉL va a hacer que crezcamos y nos convirtamos en cristianos más efectivos. ÉL nos va a guiar en el cambio; porque las personas necesitan cambiar. El que no cambia se arriesga a perder todo.
Cuando uno puede ver la verdad, uno puede agarrar la perspectiva correcta y entonces estar preparado para cambiar donde sea necesario ejecutar el cambio. Por ello, chequea tus pensamientos, tus creencias y tus acciones. Se meticuloso, se preciso; has una auto-destripada de tu sistema personal de creencias; porque ese es el desafío para aceptar vivir una vida de cambio y mejorar en tu relación con Espíritu Santo.
Pr. Rafael Vargas S.