Cuando uno destila la esencia de nuestra existencia, generalmente esta no tiene nada que hacer con casas, autos, cuentas en bancos o con logros en los negocios. Todo se circunscribe al amor. Y por una serie de razones, nosotros declaramos nuestro amor con tan poca frecuencia, como mucho, a las personas por las cuales nos preocupamos.
La regla número 3 para profundizar nuestras amistades es: Atrévete a hablar de tu afecto.
Por temor de parecer sentimentales, muchos de nosotros nos guardamos de mostrar nuestras expresiones de aprecio y de este modo omitimos la posibilidad de tener ricas y profundas amistades.
El temor más mezquino es el temor al sentimentalismo. Si nosotros fuéramos libres para declarar nuestro afecto y amor, eso añadiría la cantidad de amor que se respiraría en nuestras sociedades.
Jesús tenía una forma de hacerlo. Él dijo en cientos de formas diferentes que EL amaba a sus discípulos. No podía haber en sus mentes la más mínima duda acerca de su cariño por ellos.
¿Por qué somos tan reacios a decir abiertamente que nos preocupamos por otras personas? Hay muchas razones. Es posible que nuestra apertura a mostrar nuestro afecto no sea tratada recíprocamente y que seamos rechazados. O peor aún, especialmente entre hombres, somos temerosos que se rían de nuestro sentimentalismo.
Quienes son amados ampliamente suelen ser los que lanzan la precaución al viento y declaran su amor libremente. No hay nada que pueda hacer cambiar a un hombre más que saber que una mujer se siente atraída por él.
Es triste cuando dos personas vienen juntas y les gusta lo que ven en la otra persona, y debido a que ambas son tímidas, no se declaran su afecto y su relación entra en corto circuito, chisporrotea y luego muere. La tragedia es que el amor es no correspondido simplemente porque no se ha declarado.
Conozco muchas personas que anhelan ser amadas y que no practican está casi infalible regla que Séneca dejo establecida hace como doscientos años y dice “Si quieres ser amado, ama”. Aquellas personas que van a permitir que sus corazones partan y que libremente declaren su admiración y afecto, son muy difíciles de ser desalentadas y bajoneadas.
Por supuesto, el sentimentalismo puede llegar a extremos. ¿Pero quien pudiera ser indiferente al autor de una espectacular carta romántica que toca el corazón?
Las personas deberían atreverse a declarar su afecto por otras personas apenas lo sintieran en sus corazones. Existe poder en la declaración “yo te amo”. Tus hijos van a responder a ella, tus padres van a ser movidos por ella, tus amigos te van a amar porque la dijiste.
Tal vez las palabras “Yo te amo” sea demasiado duras para que ciertos hombres se las digan a otros hombres, pero existen otras maneras a través de las cuales tu puedes expresar tus sentimientos de afecto por una persona. Tú puedes decirle a un amigo que lo extrañaste cuando lo vuelvas a ver y eso realmente es suficiente como para que puedan estar juntos y puedan compartir el almuerzo. O le puedes decir que su amistad es una de las mejores cosas que tú tienes.
A veces se puede duplicar la rentabilidad del cumplido mediante la transmisión a través de otro. Por ejemplo, si tú le dices a la esposa de alguien, cuánto tu aprecias a su esposo, tú vas a hacer que dos personas se sientan bien; ella en primer lugar, porque a ella le gusta que otras personas estén a gusto con su esposo y a él, porque puedes estar seguro que ella se lo va a contar a él apenas se vean o tenga la oportunidad de hacerlo.
“No hables mal de nadie, sino habla, todo el bien que sabes de todo el mundo”.
Pr. Rafael Vargas S.