El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable. Pr. 28:9

Este versículo nos muestra que Dios NO escucha las oraciones de todos. Este es un planteamiento drástico, hay dos citas que lo confirman: 

Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Sal. 66:18

El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído. Pr. 21:13 

El silencio que “mata” se da cuando Dios no quiere o no puede escucharte.

Si quieres ser guiado por el Espíritu Santo para hacer retroceder el mal, debes tener en cuenta que “sólo serás oído en la tierra, después de haber sido oído en el cielo”. Satanás no respeta el talento, la fama o la elocuencia. Él no se postra ante los hombres con proezas humanas y que vienen a él en el nombre de Dios. Satanás huye ante los hombres o mujeres cuyas oraciones llegan a Dios.

Mientras que la Iglesia está buscando mejores métodos; Dios está buscando mejores hombres. Porque el Espíritu Santo no fluye a través de métodos, sino a través de los hombres.

El mundo está siendo inundado por el mal, debido a ello, este se está derramando también sobre la Iglesia.  Una muestra se da porque hay algunas personas quienes afirman tener dones de poder y que reciben revelación de Dios, pero no se ve que esas palabras minen el accionar del mal. Solo influyen en cristianos ingenuos para que se conviertan en perseguidores de las “palabras”  de Dios. Y con ello contribuyen a crear “adictos proféticos” que andan en busca de su dosis de revelación. Mientras sus biblias acumulan polvo porque ni siquiera las abren.

Más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. 2 Ti. 3:13

Dios los considera sus enemigos. Son una fuerza destructiva en la iglesia y solo acumulan desastres para quienes los escuchan así como para ellos mismos, porque llevan al error.

En otras palabras, el hombre bueno, por la gracia de Dios crece cada día más; mientras que el hombre malo, “el seductor”, a través de la sutileza de Satanás y el poder de sus corrupciones, se vuelva cada día peor persona. El camino del pecado va en dirección al abismo; va de mal en peor, engañando y siendo engañados. Quienes llevan al error, cometen más y más errores y así será su propio fin.

Pablo, advierte a Timoteo que en los últimos tiempos debemos esforzarnos de manera constante en la seguridad de la oración y el estudio de la Palabra de Dios: 

Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Ti. 3:14-17

El arrepentimiento es un asunto de vida o muerte para aquellos que quieran tener una voz dada por Dios, una voz que tenga autoridad y haga retroceder el mal. Ojo con mirar para otro lado cuando Satanás está construyendo una prisión para quitarles la libertad a nuestros hijos y a nuestros nietos. Pero hay una gran esperanza. El poder para destruir las obras de Satanás está disponible. A cada uno nos espera el entrenamiento del Espíritu Santo para usar las armas de Dios. El Señor tiene una estrategia preparada y está esperando nuestra obediencia. Empecemos por una oración ferviente y persistente, porque esta va a ser la voz más grande de todas las voces.

Los judíos se quejaron de que sus esfuerzos por llamar la atención de Dios habían fracasado. Dios habló a través de Isaías y expuso su condición. Ellos asumieron que, si ayunaban, Dios tendría que escucharles:

¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? Is. 58:3a

Dios no estaba escuchando porque ellos estaban tratando de manipular con el ayuno: 

¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? Is. 58:3-5.

Estas son preguntas que llevan a cuestionar las motivaciones de hacer un ayuno. Dios puede preguntarse ¿Crees que voy a recompensarte por hacer un acto de abnegación? Y Dios mismo responde: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?” Is. 58:6-7. Puedes percibir el corazón de Dios respecto de esto. ¡No puedo oírte! Crees que la oración y ayuno son un combustible para tus proyectos favoritos. No estoy disponible para lo que tratas de construir; ¡YO tengo mis propios planes!

Cada vez que la Iglesia encuentra un atajo para crecer, las dos primeras cosas que se cortan son la oración y el ganar almas. Incluso cuando se retiene la oración, se mantiene como una versión artificial de sí misma. Intercedemos sin intención de escuchar y obedecer las órdenes de Dios. Donde fallamos es en pensar que la intercesión reemplaza a la obediencia y en no emparejar nuestras oraciones con la expectativa de recibir órdenes de ponernos en acción. ¿Cómo podemos obedecer lo que Jesús dijo  “Rogad,  pues,  al Señor de la mies,  que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:38) y no esperar enviar obreros a la mies?

¡Qué cambios tan simples!¡Pero qué grandes son las recompensas! Tanto que no tenemos excusa alguna para no hacerlos. He aquí lo que Dios les promete a los que se arrepienten de las oraciones y ayunos falsos: 

Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquíIs. 58:8-9.

El resultado final de quienes se arrepientan es que en lugar de la decepción del silencio y después de toda una vida de orar son ver resultados.

 

Pr. Rafael Vargas

 

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