Ustedes son la sal de la tierra;  pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve  para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee”.Mt. 5:13 NVI  

Jesús le estaba profetizando a un grupo de personas acerca de su propósito y destino en Dios. 

Él está llamando a esa multitud a su potencial. 

El solo hecho de ser llamado por Dios a algo grande hace posible entrar en esa grandeza.

Jesús le dijo a su audiencia, que la Iglesia es sal. 

En tiempos bíblicos, también se usaba la sal para conservar la carne, tal como todavía se hace hoy, por lo que no es difícil entender a partir de esta ilustración qué efecto debería tener la Iglesia en la vida de una comunidad. Es a través de la influencia de la Iglesia, que preservamos el estándar de tener valores justos. Sin embargo, este no es el mensaje primario del Señor en esta ocasión. 

Jesús estaba enseñando que la sal debe tener sabor para ser valiosa. 

La iglesia como grupo de personas, no como institución, debe agregar sabor a la vida de cualquier ciudad o comunidad.

Una realidad difícil de reconciliar en nuestras mentes es que a los pecadores les gustaba estar con Jesús, pero estos no se sienten muy cómodos con la mayoría de los cristianos. Realmente no era que Jesús no creyera que el pecado era un problema. Obviamente lo hizo y llegó a lidiar con su poder. 

Al ponerse a tocar a los más quebrantados del mundo mostró que la Vida dentro de Él era más grande que cualquier influencia pecaminosa que pudiera enfrentar.

Una de las historias más extremas que ilustra esta verdad se ve en el libro de Marcos  Cap. 5. Donde un gadareno, atormentado con más demonios de los que podríamos contar, corrió hacia Jesús, cayó a sus pies y adoró. ¡Impresionante! Todos esos demonios que estaban en él, no pudieron evitar que ese hombre adorara a Jesús. La lección mostrada en esta historia es que el hombre corrió para estar con Jesús, sus pecados, sus tormentos no lo alejaron, sino que lo hicieron acercarse al Maestro. 

Historias de esta naturaleza son frecuentes en los cuatro evangelios. La vida de Jesús atrajo a los pecadores. Las prostitutas, los endemoniados, los leprosos y otros que habían sido rechazados por la sociedad, todos encontraron seguridad en Su presencia. Y en esa seguridad, encontraron la libertad de los mismos problemas que hacen que muchos creyentes eviten a estos grupos de personas todavía hoy en nuestros días.

Fue este Jesús quien dijo que debemos darle sabor a la vida. 

La sal no solo agrega sabor a la comida; realza y resalta los sabores existentes. Si bien es cierto que se puede agregar demasiada sal a una comida, también es cierto que surgen serios problemas de salud para quienes no tienen suficiente sal.

Debemos agregar sabor. Debemos tener una influencia basada tanto en valores como en presencia. 

Debido a la presencia de creyentes, las empresas deben tener un enfoque distinto para servir bien a la comunidad. 

Cuando los seguidores de Jesús se esparcen por el sistema político de una comunidad, los políticos deben asumir el papel de un verdadero servidor y dispensar esperanza para mejorar las habilidades y los dones únicos de los ciudadanos.

Ninguna de las influencias de la lección de Jesús alude a resultados porque hemos tomado el control o hemos dictado a otros cómo deberían ser las cosas. Fracasamos miserablemente cuando recurrimos a esas herramientas. El éxito viene en parte porque servimos. Pero en un sentido real, es simplemente porque estamos ahí. Nos convertimos en quienes somos en el entorno de otros en nuestra comunidad, y luego ocurre la influencia.

Jesús también habló de la sal que NO tenía sabor. Y dijo que ese tipo de sal ha perdido completamente su propósito y se ha vuelto inútil. Continuó diciendo que no sirve para nada y es pisoteada por los hombres. La sal sin sabor no tiene valor. La palabra griega usada para insípida en realidad significa "hacer tonterías". Por lo que, si la sal sin sabor es una tontería, ¿qué es la sal que no es insípida ? La verdad implícita aquí es que el sabor de la sal es sabiduría. 

Agregamos sabor al mundo que nos rodea en la medida en que vivimos en la sabiduría de Dios. En la medida que aprendemos a reinar en la vida y al entregarnos al beneficio de nuestra comunidad, agregamos sabor a  lo que tocamos.

¿Será posible que la imagen de la sal insípida pisoteada por los hombres sea también una imagen de la Iglesia cuando vivimos sin sabiduría?  Eso explicaría por qué en diferentes épocas de la vida de la iglesia los creyentes son pisoteados, porque en nuestro estado sin sabor nuestras comunidades no nos ven como valiosos.

Hageo 2:7 RVR60  y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos”. En este pasaje, a Jesús se le llama El Deseado de las Naciones

Jesús es la cabeza de la Iglesia y nosotros somos Su cuerpo. ¿No sería lógico pensar que si Jesús es deseado por todas las naciones, también su cuerpo, la Iglesia, debería serlo? Viviendo como Él lo hizo, con la pureza, el poder, el amor y la esperanza que Él trajo a cada situación, nosotros también nos volvemos necesarios. Nos volvemos deseados. 

 

Jesús era : Deseado, en el sentido de que era amigo de los pecadores, quienes estaban en busca de oportunidades para compartir con él. Y …Necesario, en la forma en que entrenó a las personas para la victoria, la libertad y la vida. 

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