La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas noticias del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él”. Lc. 16:16 NVI

Hay un mensaje importante, el Evangelio del Reino, que superó tanto a la ley como a los profetas. Uno de ellos es el mensaje que prevalece, y el otro, que ya se cumplió, ha quedado obsoleto. Uno tiene el respaldo del cielo; el otro; no. Uno se encarga de revelar el propósito de Dios en este tiempo, y detalla nuestra misión; el otro, no.

¿Por qué Jesús dijo hasta Juan y no dijo hasta Jesús

Porque Juan el Bautista fue quien rompió el silencio del cielo con el mensaje del Reino. 

Antes de que Juan el Bautista apareciera en escena, hubo un periodo de cuatrocientos años en el que no hubo ni una sola palabra de parte de Dios. El cielo estuvo en silencio. No hubo visiones, sueños o profecías. Cuatrocientos años de silencio absoluto, y luego llegó Juan. El Espíritu Santo no resaltó a la ligera el detalle de que la ley y los profetas se proclamaron hasta Juan porque fue él quien primero dijo Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca (Mt. 3:2 NVI). Él anunció que el cielo había cambiado de enfoque.

Hay otra parte de las Escrituras en la que cuatrocientos años también son importantes. Comprender las circunstancias en las que se mencionó la frase cuatrocientos años por primera vez nos ayudará a entender la importancia que toma en este caso. Israel vivió en Egipto como nación esclava por cuatrocientos años. Y luego llegó el divino momento en que todo cambió. Fue cuando la sangre de un cordero pintó las puertas de cada casa judía en la noche que Dios había especificado. 

El ángel del Señor vino y libró a Israel de la esclavitud en Egipto para que pudieran perseguir su destino como el pueblo de la tierra prometida. 

De un momento a otro, pasaron de ser esclavos a ser libres. Pasaron de la absoluta pobreza a poseer la riqueza de la nación más próspera de la Tierra. Sucedió en un instante.

La primera mención de la frase cuatrocientos años resultó en el rescate y la creación de una nueva nación declarando: “¡Es un nuevo día!”. 

Esta vez sería una nación formada en el Espíritu por medio de la conversión, que incluiría gente de cada pueblo y cada lengua del planeta. Desde el Génesis, iba a haber una nueva creación 

“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”   2 Co. 5:17 NVI 

Un pueblo nacido del Espíritu.  

“Lo que nace del cuerpo es cuerpo;  lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te sorprendas de que haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla por donde quiere y oyes su sonido,  aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con  todo el que nace del Espíritu”. Jn. 3:6-8 NVI

Ese es exactamente el mensaje de Jesús en Lc. 16:16. ¡Es un nuevo día!  Y el nuevo día está marcado con un nuevo mensaje. Un mensaje se acaba, y uno nuevo comienza. 

Cuando Juan el Bautista surgió, fue aún más significante que la liberación de los cuatrocientos años de esclavitud en Egipto. Esa liberación estaba relacionada con la naturaleza y  el potencial de la humanidad, pero las palabras de Juan cambiaron todo.

Jesús dijo algo maravilloso: 

“...Desde entonces se anuncian las buenas noticias del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él”.  Lc. 16:16 NVI. 

Eso nos lleva a hacernos una pregunta: ¿Es posible que la naturaleza del mensaje determine el tamaño de la cosecha? ¡Él dijo “todos”! Esto nos puede hacer pensar que todos los hombres irán al cielo, cosa que personalmente no creo. Pero lo que me queda claro es el alcance del mensaje del Reino y es este: “Su dominio es eterno. Y es ahora. La vida de Jesús muestra su dominio sobre todo aquello que es acorde con la voluntad de Dios”.

Tantas promesas de increíbles dimensiones que hay en la Biblia, las que a veces  pasamos por alto porque son difíciles de creer a causa de la magnitud de su tamaño. Cada vez que Dios declara o declaró algo así de enorme magnitud lo que quiere es cautivar los corazones de las personas para que no se conformen con la mediocridad.

En Lc. 16:16 NVI dice todos se esfuerzan por entrar en él (El Reino de Dios).

En Joel 2:28 NVI dice: …Derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano…Los hijos y las hijas de Uds. profetizaran

En Jer. 31:34 NVI el Señor dice  ...Porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán.

El Sal. 22:27  NVI  dice : Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones.

Esas promesas están ahí esperando ser adoptadas por hijos de Dios, en lugar de andar tratando de descubrir cuál es el tiempo de su cumplimento ¿Por qué no acudir a Dios y ver si Dios quiere cumplirlas en nuestro tiempo?

Estas promesas NO han sido dadas para ayudarnos a conocer el futuro, nos han sido dadas para que el hambre por lo que podría llegar a ser crezca en nosotros. Ellas se ven con claridad cuando el pueblo de Dios está hambriento y clama para que Él cumpla sus promesas. Eso es lo que hizo Daniel al leer la profecía de Jeremías:  

“En su primer año de reinado, yo, Daniel, comprendí ese pasaje de las Escrituras donde  el Señor comunicó al profeta Jeremías que la ruina de Jerusalén duraría setenta años. Entonces me puse a orar  y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios.  Además de orar, ayuné, y me vestí de luto y me senté sobre cenizas. Esta fue la oración y confesión que hice al Señor: “Señor, Dios grande y temible, que cumples tu pacto de fidelidad con los que te aman y obedecen tus mandamientos: Hemos pecado y hecho lo malo; hemos sido malvados y rebeldes; nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus leyes. No hemos prestado atención a tus siervos los profetas que, en tu nombre, hablaron a nuestros reyes y príncipes, a nuestros antepasados y a todos los habitantes de la tierra”. Dn. 9:2-6 NVI

Daniel convirtió las profecías en oraciones por su generación.

Cuando declaras el mensaje correcto, se crea la atmósfera a la que todos pueden entrar. Sin importar cual sea la necesidad, hay una respuesta en el momento. El mensaje correcto cambia la atmósfera para que la manifestación del dominio del Señor se cumpla. Parece que ese es el contexto donde abrazamos la irresistible gracia de Dios.

Pr. Rafael Vargas

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