En pleno siglo 21, la figura de aquel líder que a la vez es un ser con actitudes de servidor, sigue siendo una de las influencias más poderosas del mundo.
A menudo se ignoran los principios que nos dio el líder más grande de todos los tiempos: el Rey de reyes. Jesús se puso de pie con una toalla sobre su brazo y ejemplificó cómo alguien en un rol de servicio puede tener el mayor impacto en las personas.
José, el hijo de Jacob, sirviendo en el sistema secular de Egipto modeló el mismo enfoque que Jesús tomaría más tarde al venir entre nosotros como un hombre. Ambos se convirtieron en parte del sistema en sí, y ambos sirvieron a otros para generar cambios desde adentro hacia afuera.
No hace falta decir que Jesús es nuestro primer y mejor ejemplo, pero vamos a tomar unos minutos para ver otros ejemplos que haríamos bien en seguir. Previamente quiero poner de relieve el concepto de convertirse en la levadura del Reino, esparciéndose a través de cualquier ambiente en el que Dios nos ponga.
Soy un creyente de la predicación audaz del Evangelio. Considero que siempre será un enfoque valorado de la vida y el ministerio. Su naturaleza es confrontacional. Pero, sé que también hay un gran valor en la predicación de enfoque encubierto, que es sutil, muy parecido a la levadura a la que se refirió Jesús cuando habló del reino.
La levadura no hace ruido, se incorpora silenciosamente a la masa, y luego toda la masa queda bajo su influencia. “Les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura, que la mujer tomó y escondió en tres pedazos de harina hasta que todo quedó leudado” Mt. 13:33. El pecado a menudo se compara con la levadura, pero en este caso la levadura es el Reino de Dios, el reino de Su dominio expresado.
A propósito del uso de la levadura, tengo vívidos recuerdos de mis años de adolescente, y también aprecié como el calor ejercía su toque sobre las cualidades de la levadura y provocaba una expansión en la masa que la contenía.
El calor activaba la levadura. Lo mismo ocurre en nuestras comunidades. Cualquiera que sea la levadura que se haya plantado, ya sea la vida de los justos, esa que tiene que ver con la expansión del reino; o la levadura del humanismo, esa del tipo Herodiano; o la levadura de la religión, la de la práctica de los fariseos; todo se vuelve evidente en el calor de la dificultad, la prueba o la oportunidad.
Las personas elegirán el Reino una y otra vez cuando se presente en el contexto de la verdadera sabiduría, porque la sabiduría trae el tipo de fruto transformador duradero que todos anhelan. Por lo tanto, el objetivo es que el Pueblo de Dios se extienda a través de los sistemas de este mundo, lo que permite que Dios produzca la influencia que ÉL pretendía.
En esta ocasión, miremos un poco más de cerca a José para ver qué nos dice su vida acerca del líder/servidor.
José era conocido como un soñador, pero sus sueños no se cumplieron hasta que se ofreció a servir el sueño de otro. Fue en el papel de servir el sueño de Faraón que José comenzó a ver que el sueño que tenía cuando era joven se cumplía. Su ejemplo revela el poder del ministerio orientado al servicio, especialmente en el liderazgo, donde servimos para que alguien más tenga éxito.
Mientras José sirvió la revelación dada a Faraón, él no sólo preservó a la nación de Egipto en un momento difícil. Además de eso, ayudó a crear un lugar de seguridad y bendición en el que Israel podría crecer y desarrollarse como nación. Hasta el día de hoy, Egipto tiene un estatus favorecido a los ojos de Dios por el lugar que ese país le dio a José y a su familia, quienes fueron el comienzo de una nación.
Dios colocó a José en un ambiente perverso cuando lo asignó a Egipto. Dios sabía que en lo que José se había convertido por dentro lo hacía lo suficientemente fuerte por fuera como para resistirse a volverse como las personas a las que servía. No se amoldaría a su entorno, sino que tendría un gran impacto en el mundo que lo rodeaba.
José, no estaba a cargo de una nación. José tenía su puesto porque sirvió el sueño de otro con gran sabiduría.
La gran lección de la vida de José es que no necesitamos dirigir naciones, corporaciones u otras organizaciones para ver la influencia del reino en esos entornos. Con demasiada frecuencia, pensamos que es necesario convertirse en el líder para tener influencia, y hacemos que alcanzar una posición de liderazgo sea nuestro objetivo.
Pienso que ha sido esta pasión por el control lo que ha levantado las defensas de los líderes actuales de estos reinos. Sin embargo, acabamos de ver la vida de este varón que sobresalió en influencia porque sirvió con excelencia y funcionó en su rol de realeza con integridad.
Pr. Rafael Vargas