La Biblia nos muestra que el verdadero peligro de los últimos días no es lo que hará la naturaleza, sino que el verdadero peligro vendrá de cómo se comportarán los seres humanos.

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios. 2 Ti. 3:1-4.

Una de las armas que utilizaba Hitler, para enardecer a las multitudes e implantar sus maquiavélicas ideas, era su oratoria; esta era tan destructiva como cualquiera de sus otras armas. Entonces, si las voces de seres humanos cargadas de maldad y negativismo pueden destruir naciones, se deduce entonces que las voces dadas por Dios pueden salvarlas. Necesitamos esas voces, voces famosas y conocidas y voces de gente normal. Las necesitamos en todo lugar, en los lugares altos y en los lugares cotidianos. Se deben oír en las escuelas, en los negocios, en los medios de comunicación, en el gobierno… en resumen, deben oírse en todas partes de la Nación.

Y tú mi hermano(a) puedes ser esa voz. Estoy seguro que Dios ya te ha dotado de ese regalo, pero tienes que encontrarlo. Porque así es como puedes comenzar. Comienza por reconocer la elección de Dios. La voz dada por Dios es el arma que ÉL ha escogido para nuestra redención en todos los sentidos.

La Biblia muestra esto en el evangelio según Lucas cap. 21. Jesús les estaba hablando a sus discípulos acerca de cómo vivir en los últimos días. ÉL les advierte acerca de las atrocidades de los últimos tiempos y el odio hacia nuestra fe. Y dice: entonces Dios te abrirá la puerta para que hables. “Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio”. Lc. 21:12-13.

No importa cuán intenso se vuelva el mal, se verá obligado a convertirse en una oportunidad para que hablen las voces empoderadas por Dios. Eso le ocurrió a Pablo. Él fue encarcelado, pero Dios usó la oportunidad como un testimonio del Evangelio. 

Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio. Fil. 1:12 

Puede parecerte imposible, no puedes imaginarte a ti mismo siendo una voz sobrenatural. Es posible que a ti, mi hermano(a) te aterrorice hablar frente a la gente. El diablo puede sacar a relucir tu pasado. Incluso puedes pensar que estás en una situación que hace imposible prepararse para ser usado por Dios. Puedes sentirte abandonado y atrapado en circunstancias horribles. Puedes sentir que tus verdaderos talentos han sido ignorados. Todas estas, son quejas válidas, pero no pueden detener a Dios. ¡ÉL es capaz de sacarte de todas ellas! De hecho, tus circunstancias no son gran cosa. El cambio importante que se necesita no está en tu situación, está en ti. La respuesta es el Espíritu Santo, Él vendrá sobre ti y serás transformado. 

“Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo”. 1 S. 10:6-7.

Tu timidez será anulada. Tu miedo al rechazo será eliminado. Cualquier confusión sobre lo que debes hacer será reemplazada por un sentido de dirección decidido. ¡Harás lo que la ocasión requiera, porque Dios está contigo! Ahora se hace evidente que la voz dada por Dios siempre ha sido el arma elegida en situaciones imposibles. La iglesia nunca fue más vulnerable que después de que Cristo murió y resucitó.  Antes de ascender, Jesús les dijo de la transformación que venía. 

 “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hch. 1:8

Entonces ÉL les dijo que esperarán. Y ellos esperaron. Jerusalén estaba celebrando la Fiesta de Pentecostés y la ciudad estaba llena de visitantes del mundo conocido. Los 120 creyentes no podrían haberse sentido más ignorados. Sin embargo, en unas pocas horas, todo cambiaría por completo.

Primero, hubo un fuerte viento que soplaba. Luego, lenguas de fuego se asentaron sobre ellos. Fueron bautizados en el Espíritu Santo y salieron por las calles. Sus voces eran algo que el mundo nunca había escuchado antes. Estaban hablando en idiomas sobrenaturales. En un abrir y cerrar de ojos, la Iglesia incipiente se convirtió en un catalizador de poder. ¡Y tú también puedes convertirte en uno!

Pero el don es mucho más que palabras, es sabiduría y argumentos irresistibles. Propónganse en su interior no ponerse a pensar cómo responder en su defensa, porque yo les daré las palabras y la sabiduría, las cuales no podrán resistir ni contradecir todos sus oponentes.

Te encontraras capaz de absorber información sobre a qué reunión de junta vecinal asistir, a qué político contactar, o a qué grupo unirte para usar tu voz. ¡Entonces te encontraras confiado y sobrenaturalmente preparado porque el Espíritu Santo será el que empoderará y guiará! Te encontraras intrépido y al mando. Te enfrentaras a los malhechores y a aquellos que intentarían censurarte. El poder de Dios incluso silenciara las turbas y las neutralizará con la verdad.

2 Co. 10:5  5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

¿Cómo encuentras tu voz dada por Dios?... ¿Qué te está enojando? ¿Qué te está rompiendo el corazón? La palabra del Señor está madurando en ti como una llama de fuego. 

 “Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. Jer. 20:9

La manera de encontrar la voz que Dios te ha dado es mediante la oración ferviente. Ese es el grito del guerrero. Esa es la fuerza de un hijo de Dios que ha visto suficiente y debe actuar. 

Y lo que Pedro pidió a continuación es algo aún mayor que las palabras: Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabramientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”. Hch. 4:29.

Pr. Rafael Vargas

 

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