Hablando en términos militares, un soldado con valentía, pero sin entrenamiento, es un objetivo fácil para un enemigo entrenado. Y haciendo una analogía podemos decir que es igualmente cierto que un creyente entusiasta sin entrenamiento es una presa fácil para el diablo.

¿Cómo puede una iglesia que solo está manteniendo su cabeza a flote recibir entrenamiento para impactar una cultura en depravación? Esto es una triste realidad – la iglesia está absorbiendo más oscuridad del mundo de lo que está alumbrando al mundo con su luz. La falta de poder e influencia en la Iglesia ha disminuido a niveles desastrosos. Y si esta tendencia continua por más tiempo, la Nación se perderá para siempre. Lo que desconcierta es que estamos perdiendo esta guerra espiritual por las razones equivocadas.

Como Iglesia, tenemos el mejor mensaje, tenemos el mejor libro y tenemos el mayor poder. Pero no es así como nos vemos. En el mejor de los casos, el cristianismo es descartado como una reliquia y, en el peor, como un virus que debe ser erradicado.

  1. Debemos admitir que estamos envueltos en una guerra espiritual. Debemos entender esta guerra, pues el motivo por el cual estamos perdiendo es porque no creemos que esa sea nuestra realidad. Ahora bien, quienes niegan la existencia de una guerra entre el bien y el mal, obviamente también han rechazado la Biblia.
  2. Debemos convertirnos en “creyentes entrenados”, 4x4. Nuestra Nación necesita cristianos que son soldados de Cristo efectivos. Para llegar a eso, necesitamos entrenamiento, si queremos ganar en cualquier guerra.

Pedro nos exhorta a hacer lo siguiente:  “Mas bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto”.   1 P. 3:15 NVI

¡El entrenamiento era una prioridad para Cristo! 

Por tanto, vayan, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.  Mt. 28:19-20 NVI

Estamos haciendo muchas cosas , pero no muchos discípulos. Demasiados cristianos no saben en lo que creen o por qué lo creen. No están preparados para resistir la corrupción de nuestra sociedad enferma.

Cuando el Espíritu Santo fue derramado en  Pentecostés, la iglesia primitiva hubiese podido convertir fácilmente esa bendición en una excusa para saturarse de “emociones”… Hubiese podido formar una sociedad secreta que estuviese inmóvil y orando sin parar en el aposento alto. Sin embargo, el Espíritu Santo inmediatamente los sacó de esa comodidad relativamente segura, y los envió a las masas reunidas en Jerusalén.

Sabían que el objetivo no era el placer, sino el entrenamiento.  

Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles”. Hch. 2:42-43 NVI

Los apóstoles comprendieron que la Iglesia debía estar empapada, saturada con la Palabra de Dios. Ellos percibieron la urgencia de la sana doctrina y la oración ferviente. 

Jesús mismo dijo: “enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado”. (Mt. 28:20). ¡Los primeros discípulos de Jesús fueron entrenados en las palabras del Maestro!

La iglesia primitiva no dependía de emociones etéreas o impresiones internas. Confiaron en la obra del Espíritu Santo que está inquebrantablemente comprometido con la Palabra de Dios. Si le das la espalda a la Biblia, el Espíritu Santo dejará de hablarte.

¿Quieres ser entrenado? ¿Quieres ser un soldado efectivo? Nuestro entrenamiento comienza con los siguientes versículos: 

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Ro. 12:1-2.

  1. Comienza vaciándose de falsas enseñanzas – Para abrazar el verdadero entrenamiento, debes reconocer y rechazar cualquier falsa doctrina que hayas recibido en el pasado.
  2. Renuncia a tu derecho a una opinión – Eres un soldado, no un consultor. Tienes órdenes del Rey, no temas de discusión. No puedes vacilar en seguir las órdenes.
  3. Mantener la actitud de entrenamiento por el resto de tu vida – Esta es una disciplina por el resto de tu vida.
  4. Encuentra tu asignación – Hay algo que se supone que debes hacer antes de irte. Hay algo que se supone que debes gritar.

La mayor arma que te ha dado Dios es una voz. Nunca subestimes el poder de una voz. Con solamente sus voces, los héroes de Dios han derrotado ejércitos y resucitado a los muertos. El mundo fue creado mediante la voz de Dios. Isaías escribió: “Hizo de mi boca una espada aguda” Is. 49:2 NVI.

Mi Señor y Dios me ha concedido tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado. Todas las mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los discípulos”. Is. 50:4 NVI

Pero la mayor promesa se refiere a nuestro tiempo y la maldad de este tiempo. Jesús dijo: Porque yo les daré las palabras y la sabiduría, las cuales no podrán resistir ni contradecir todos sus oponentes”. Lc. 21:15

El entrenamiento que Dios te dará no solo eliminará el miedo, sino que te hará audaz como un león para enfrentar al enemigo. “El objetivo del entrenamiento militar no es solo preparar a los hombres para la batalla sino hacer lo que anhelen”. Has decidido ser un arma viviente que está siendo perfeccionada, elaborada y empoderada para hablar con autoridad, declarar  y devastar el mal con una lengua que bota fuego divino.

Pr. Rafael Vargas

 

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