Hoy vamos a tener Santa Cena. Jesús mismo nos pidió que lo hiciéramos, y sirve para recordar la obra de nuestro Señor en la cruz.

El Nuevo Pacto fue instituido por el Señor inmediatamente antes de Su muerte en Jerusalén. Fue hecho con los doce apóstoles, quienes representaban a la Casa de Israel y la Casa de Judá, según la carne, pero eran el fundamento de la Iglesia del Nuevo Pacto, siendo los doce apóstoles del Cordero. 

El ciclo del Pacto; ciertamente se completa en relación a la nación elegida, en la primera venida del Señor Jesucristo.

La nación escogida de Israel era una nación "a la que pertenece la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el servicio de Dios y las promesas; de quién son los padres y de quién en cuanto a la carne vino Cristo, el cual es sobre todos, Dios bendito por los siglos”.

La trágica historia de la nación muestra repetidos fracasos y juicios a pesar de la gracia del pacto de Dios para el pueblo de Su elección. El Señor, nacido de una virgen, como la simiente de la mujer, la simiente de Abraham, Isaac, Jacob y de la casa de David. Vino para traerles la redención del pecado a ellos, así como a todas las demás naciones. Vino a revelarles a Dios el Padre. Él vino como el cumplimiento y el cumplidor de todas las promesas de pacto dadas a sus padres. 

Para cuando Cristo vino, los líderes de la nación judía se habían vuelto espiritualmente orgullosos de su elección bajo el Pacto de Abraham. Se caracterizaban por la hipocresía, la arrogancia y la falta de percepción espiritual. Así, después de 3 1/2 años de ministerio milagroso de palabra y de obra, lo que confirma los pactos de la redención, los judíos, en su conjunto, rechazaron al Cristo de Dios. El Sanedrín judío condenó a Jesús a ser crucificado y, bajo la autoridad romana, lo condenó a muerte. La nación llenó su copa de iniquidad. La crucifixión fue el acto final de transgresión. Incluso después de que el Señor Jesús hiciera el Nuevo Pacto con los doce apóstoles. Él había muerto, resucitado y había derramado el Espíritu Santo, y la gracia se extendió a Israel por otros 40 años. 

En el 70 d.C. el período de prueba para la nación llegó a su fin. Dios permitió que el príncipe Tito y los ejércitos romanos conquistaran Jerusalén, destruyeran el Templo y dispersaran a los judíos de la tierra de Palestina. Así se convirtieron en un pueblo bajo el juicio del pacto y la maldición de sangre inocente. No hay esperanza para Israel fuera de la relación con Cristo y del Nuevo Pacto con Dios a través de Él. Haber sido destinatarios de pactos anteriores y rechazar el Nuevo Pacto es quedar fuera de las promesas y bendiciones del pacto por la eternidad.

Cuando se trata de la revelación del Nuevo Pacto, descubrimos que el conocimiento absoluto de todos los sucesos futuros de Dios como el propósito predeterminado de Dios están ilustrados por los tipos y profecías que se encuentran en el Antiguo Testamento.

Uno de los tipos principales del Nuevo Pacto que destaca en el Antiguo Testamento, está referido a  la ley de Moisés. El apóstol Pablo, en 2 Corintios 3,  ilustró cómo el Pacto Mosaico era “tipo” del Nuevo Pacto. Las palabras del Antiguo Pacto estaban escritas en dos tablas de piedra y, aunque gloriosas, debían ser eliminadas. Esto señaló las palabras del Nuevo Pacto que están escritas en las dos tablas del corazón y la mente. Estas son más gloriosas y durarán para siempre 16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. He. 10:16,17.

El Nuevo Pacto fue profetizado por diferentes profetas en el Antiguo Testamento. Isaías predijo la venida del Redentor a Sion y el cambio de la transgresión a causa de las palabras y el espíritu del Nuevo Pacto venidero 20 Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová. 21 Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre. Is. 59:20,21.

Jeremías dio la profecía más clara y completa sobre el Nuevo Pacto que el Señor dijo que haría con la Casa de Judá y la Casa de Israel en los últimos días. Sus promesas involucraban un corazón nuevo y una mente nueva sobre la cual se escribirían las leyes de Dios en lugar de tablas de piedra.

En cuanto a las Promesas de bendición del Nuevo Pacto, podemos destacar:  La Bendición de la Salvación. 

La principal bendición del Nuevo Pacto es la salvación del alma. Es la mayor "bendición espiritual" que Cristo vino a traer. Jesucristo es el Salvador del mundo. Esta "salvación tan grande" incluye los siguientes beneficios:

- El perdón y la remisión de la pena del pecado. Jesús perdonó los pecados y trajo la salvación a los pecadores.  El Nuevo Pacto provee la limpieza del pecado perdonado.       

El Nuevo Pacto hace posible la justificación por la fe en una obra cumplida.       

- La regeneración por la cual uno nace de nuevo en la familia de Dios y puede llamar a Dios "Padre". El Nuevo Pacto hace posible el milagro del nuevo nacimiento.

- Seguridad por la cual uno tiene el testimonio del Espíritu de que está seguro en la obediencia a la Palabra de Dios. 

- Santificación por la cual uno es apartado para el Señor y Su santo servicio.

- Adopción por la cual uno es colocado como hijo en la familia de Dios. Jesús es el Primogénito entre una vasta familia de hermanos. 

- La glorificación es la obra final de redención en los santos perfeccionados. El hombre cayó de la gloria de Dios cuando pecó bajo el Pacto Edénico. El Nuevo Pacto hace provisión para el creyente desde la justificación hasta la glorificación. 

Hay una singularidad en estas bendiciones debido a la experiencia de los creyentes del Nuevo Pacto de estar "en Cristo" por el milagro del nuevo nacimiento. 

 

Los elementos utilizados para instituir la Santa Cena fueron el “pan” sin levadura y el “fruto de la vid” (jugo de uva). El pan fue partido, y simboliza el cuerpo de Cristo, quebrantado y azotado para nuestra sanidad. El pan NO se vuelve el Cuerpo de Cristo, eso es herejía.

El vino era “el fruto de la vid”, el jugo de uva que simboliza la sangre de Cristo derramada para la remisión de pecados. Ningún pacto fue hecho sin sangre y no puede haber remisión de pecados  sin ella. La propia sangre de Cristo expía el pecado, y únicamente ella puede redimir si se acepta como expiación personal. Y nos lleva a recordar el Nuevo Pacto.

Algunos aspectos importantes sobre la cena del Señor:

  • Cada creyente debe tomar la Cena del Señor.
  • Esta se realiza en memoria de la muerte de Cristo hasta que EL venga otra vez. 
  • Es importante hacerlo donde se reúne la Iglesia del Señor.
  • Si participo de la cena del Señor, me comprometo a anunciar su muerte.
  • Se puede participar de ella “todas las veces que uno la desee”. A diario o cuando quiera.
  • Esta es una ordenanza que debe traer unidad y amor entre los creyentes, no división y contienda.
  • Se debe participar de ella con fe y autoexamen, o puede resultar en condenación, enfermedad y aun en muerte.

El único requisito para tomar la Santa Cena es tener a Cristo, haber nacido de nuevo.

Cada persona debe examinarse a sí misma para ver si está en la fe, y decidir si es apta para participar de la cena del Señor antes de hacerlo. Si no es apto para hacerlo mejor es no participar. Si sabe que ha nacido de nuevo y está caminando como debe en el evangelio no debe sentirse indigno de participar de la Santa Cena. Pida perdón por sus pecados con Dios y pida perdón y reconcíliese con las personas.

1 Co. 11:23-30 23 … Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. …. 29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 

Formas de participar indignamente

  1. Teniendo envidia y contienda.  
  2. Tomarla con incredulidad, sin darse cuenta de su verdadero significado y sin discernir el cuerpo y la sangre del Señor para recibir sus beneficios por medio de la fe. 
  3. Tomarla como un hombre inconverso, sin entender lo que pasó en la cruz y con pecado en su vida. Ya que  en lugar de bendición comes maldición.

Oremos por el pan.  Oremos por el vino.

Pr. Rafael Vargas

 

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