Confrontar creencias falsas implica cambio y este siempre es difícil de ser ejecutado, pero si uno quiere ir a lugares donde nunca ha estado, tendrá que pensar en cosas que nunca ha pensado. Mucha gente se aferra a creencias que la limitan, estas funcionan como anticonceptivo, evitan que se engendren las cosas maravillosas a las que Dios quiere que accedas en tu vida. Si las personas resolvieran el problema que tienen con sus falsas creencias y las reemplazaran por principios de Dios, la gente se volvería productiva, eficiente y viviría una vida llena de emociones y bendición.
Una obra que Espíritu Santo hace es ensanchar nuestra manera de pensar, por eso, nos desafía a pensar en grande. Por lo general las falsas creencias se caracterizan por mantener el pensamiento estrecho. En la Biblia se ve como Dios hace un proceso de expansión de nuestros pensamientos antes de empezar a usarnos.
Uno de los grandes problemas del hombre en general tiene que ver con esa tendencia a mitificar las personas, las ideas y las cosas. Y ese tipo de situaciones tiene que ver directamente con el problema de tener una mentalidad estrecha aunada a la concepción y adopción de “vacas sagradas”. Ambas son dos áreas de creencias falsas que necesitamos confrontar antes de poder tener una vida de comunión plena en el Espíritu.
Algunas creencias falsas a primera vista no parecen tener nada que ver con estar inmerso en el Espíritu.
Podemos resumir esas creencias con una simple palabra: moralismo. El moralismo es una señal segura de una creencia falsa. Para superarlo, uno tiene que aceptar el poder de la gracia.
Espíritu Santo puede guiar a los creyentes de forma poderosa y también puede activar la reacción adecuada a las necesidades de las personas cualesquiera que estas sean. Esto provoca que la vida del creyente se vuelva una vida emocionante. Si es tan a todo dar vivir una vida de intimidad con Espíritu Santo; ¿por qué no viven así todos los seguidores de Cristo? La respuesta es sencilla, para vivir una relación de intimidad con Espíritu Santo se necesita ejecutar un cambio drástico en nuestras creencias y acciones, y la gente evita los cambios porque se siente incómoda por ellos. El cambio que se requiere demanda revisar y desafiar su sistema de creencias y le hace sentir incompetente, y ese no es un sentimiento agradable.
Para entrar en una relación de intimidad con Espíritu Santo necesitamos enfrentar nuestros temores y ejecutar los cambios necesarios.
Las personas tienen a veces tales modelos de creencias que los paralizan, o los llevan a volverse críticos gratuitos del cambio. Lo que necesitamos comprender a la luz del conocimiento de la Palabra de Dios es que existen métodos negociables y lo que es innegablemente no negociable es la Verdad.
Cuando hacemos a Jesús el Señor de nuestras vidas, nos convertimos en “nuevas criaturas”. 2 Cor. 5:17 Si hemos tomado la decisión de seguir a Cristo, es porque ya tenemos mente de Cristo 1 Cor. 2:16 Eso NO quiere decir que nos volvemos perfectos al darle nuestra vida a Cristo, todavía hay hábitos, costumbres y creencias que cambiar.
Necesitamos cambiar aquello en lo que creemos y que no esté alineado con la voluntad de Dios. La razón por la que debemos hacer esto es porque nuestro sistema de creencias nos puede estorbar, porque podría oponerse a que vivamos este cambio necesario. Cada uno de nosotros tiene un sistema personal de creencias. Algunas de ellas están basadas en la verdad, otras en medias verdades, o en ideas erróneas e incluso en mentiras rotundas. Así que, si dejas estos sistemas de creencias intactos, esas creencias equivocadas van estorbar tu accionar, van a obstaculizar tu relación con Espíritu Santo, y van a provocar que seas menos efectivo para compartir el evangelio.