Los principios bíblicos han funcionado eficazmente a lo largo del tiempo, por eso los llamamos permanentes, porque trascienden el tiempo. Funcionarán hoy y funcionarán mañana. El conocimiento de estos principios ha sido probado una y otra vez. Es un testimonio del poder de las herramientas presentadas que han funcionado para innumerables personas en todas las épocas, todos los lugares y todas las circunstancias. Estas personas exitosas fueron y son como ustedes, y los principios también funcionarán para ustedes, si se lo permiten.
Piense en sus mejores momentos y sus mayores logros. ¿No han sido siempre el resultado de la participación o cooperación de al menos otra persona? ¡Por supuesto que sí! Sin otros con quienes compartir nuestra alegría, no hay lugar para la alegría. Los mitos sobre artistas solitarios que crean magníficas obras maestras en su estudio son sólo eso: mitos. El ser humano aislado no puede crear una obra maestra en absoluto.
La representación bíblica de Adán y Eva es mucho más que una descripción del comienzo de la humanidad en la Tierra. Desde la perspectiva de la sabiduría judía, la Biblia no es un libro de historia, es un manual de instrucciones.
La Biblia nos proporciona un modelo para vivir con éxito en este planeta. Nos instruye sobre los negocios y el dinero porque estas actividades son esenciales para vivir con éxito. Toda la creación debe incluir el acto de ganarse la vida.
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Para que nuestra fe crezca… …Necesitamos la predicación.
“Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo”. Ro. 10:17 NVI.
Con esto dejó establecido que esa fe no puede existir a menos que haya un mensaje sobre las realidades y los acontecimientos que lo llevan a uno a creer.
Pablo identifica una necesidad crítica en la vida de un creyente: la fe que es generada por el hecho de escuchar la Palabra de Dios. Esta es una poderosa razón para que convirtamos la asistencia a la iglesia en nuestra más alta prioridad. Cuando escuchamos la Palabra hablada por otros estamos permitiendo que las Escrituras lleguen hasta nosotros y nos alimenten de una forma esencial. La fe se va haciendo más profunda a medida que leemos y/o escuchamos la Palabra de Dios. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, y después respondemos a ella, nuestra fe crece. Cuando Dios nos dice que hagamos algo y lo hacemos fortalecemos la fe para creer en Él.
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Solemos pensar en la fe como un término bíblico. Sin embargo, manifestamos fe todos los días en nuestras vidas. La fe solo se puede probar por medio de las acciones. Todos los días actuamos de acuerdo con nuestra fe en los seres humanos. Si se puede poner la fe en el piloto de un avión, con toda seguridad se la podría poner en Jesús.
Para los seguidores de Jesús, la falta de fe, por lo general, es una cuestión de temor. Nuestras emociones, como, por ejemplo, el temor, ejercen una influencia tal, que a menos que las dominemos, pueden destruir nuestra confianza en aquello que sabemos que es cierto.
“Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno”. Ef. 6:16 NVI.
Cuando Pablo habla del escudo de la fe, está considerando el diseño del escudo que utilizaban los soldados romanos de su tiempo para proteger todo su cuerpo.
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