En estos días, los guerreros de Dios pueden ser atacados por el desaliento, hacer que se sientan agotados, sin alegría e incluso apocados en su espíritu. Tengamos presente que el guerrero en el espíritu sabe discernir la batalla espiritual.
Lot tenía aflicción mientras vivía en Sodoma. “Porque para este hombre justo, que vivía entre ellos, cada día era un tormento al ver y oír lo que esos malvados hacían”. 2 P. 2:8 RVC. Esto es lo que el pueblo de Dios está sintiendo al presente en nuestra cultura. Muchas personas le atribuyen a la política y sus devaneos los males que hoy vive la sociedad; y eso no necesariamente es cierto. No se trata de política, lo que ahora estamos confrontando es la maldad.
“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”, 2 Co. 10:4-5.
¡Las armas de la Iglesia no son de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar argumentos.
Martín Lutero, quien es considerado el padre de la Reforma, dijo: “Nunca trabajo mejor que cuando estoy inspirado por la ira; cuando estoy enojado, puedo escribir, orar y predicar bien, porque entonces todo mi temperamento se aviva, y mi entendimiento se agudiza, y todas las aflicciones y tentaciones mundanas desaparecen.”. Esta aseveración llama la atención, nos deja entrever que hay diferentes tipos de ira y que el tipo correcto de ira es algo bueno.
Expertos en salud mental, ven la ira como una herramienta que nos ayuda a interpretar y responder a situaciones perturbadoras. Estudios de investigación indican que sentirse enojado aumenta el optimismo, la creatividad y el desempeño efectivo; además de sugerir que expresar enojo puede conducir a negociaciones más exitosas en lo laboral.
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”. Ef. 4:26-27.
Y si revisamos la NVI, esta dice: “Si se enojan, no pequen. No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol 27 ni den cabida al diablo”. Ef. 4:26-27. El tipo correcto de ira es crucial en los tiempos que nos ha tocado vivir.
La Biblia nos muestra que el verdadero peligro de los últimos días no es lo que hará la naturaleza, sino que el verdadero peligro vendrá de cómo se comportarán los seres humanos.
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios. 2 Ti. 3:1-4.
Una de las armas que utilizaba Hitler, para enardecer a las multitudes e implantar sus maquiavélicas ideas, era su oratoria; esta era tan destructiva como cualquiera de sus otras armas. Entonces, si las voces de seres humanos cargadas de maldad y negativismo pueden destruir naciones, se deduce entonces que las voces dadas por Dios pueden salvarlas. Necesitamos esas voces, voces famosas y conocidas y voces de gente normal. Las necesitamos en todo lugar, en los lugares altos y en los lugares cotidianos. Se deben oír en las escuelas, en los negocios, en los medios de comunicación, en el gobierno… en resumen, deben oírse en todas partes de la Nación.
Y tú mi hermano(a) puedes ser esa voz. Estoy seguro que Dios ya te ha dotado de ese regalo, pero tienes que encontrarlo. Porque así es como puedes comenzar. Comienza por reconocer la elección de Dios. La voz dada por Dios es el arma que ÉL ha escogido para nuestra redención en todos los sentidos.
En nuestra calidad de creyentes, como gente común, surge una pregunta. ¿Cómo la gente común puede destruir el mal? El mal y la maldad que rodea su vida, su familia, su entorno, la ciudad donde vive.
Para dar una respuesta, mucho tiene que ver cómo nos vemos a nosotros mismos. Qué pensamos de nosotros mismos, de que estamos convencidos. ¿Comprendemos cuál es nuestro propósito de vida? ¿La tarea que estamos llamados a ejecutar?
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Ef. 6:10-13
El apóstol usa términos militares, “vístanse como soldados del ejército de Dios”. ¿Por qué razón nos dice que usemos la armadura de Dios? La respuesta es simple hay una guerra espiritual que afecta todo. Una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal. Y debemos estar preparados para las batallas que nos toque lidiar.