David no pudo construir el templo que anhelaba por ser hombre de guerra. Sin embargo, preparó la mayor parte de los materiales necesarios, y desarrolló los planos. Hizo esto para ayudar a su hijo a tener éxito en la construcción del edificio más grande de todos los tiempos. Los costos que iba a demandar dicha construcción eran alucinantes. Sólo la plata y el oro costarían a precios actuales alrededor de $ 200 mil millones de dólares. Además del costo de todos los demás materiales utilizados, así como de la mano de obra y su respectivo sustento, dado que alrededor de 140.000 personas trabajaron durante siete años en el proyecto. La magnitud del costo es realmente alucinante.
Un aspecto interesante de resaltar se suscita cuando el rey Salomón escribió una carta al rey Hiram pidiéndole ayuda en el suministro de madera, oro y trabajadores para la construcción del Templo. Hiram fue amigo del rey David.
La carta que Salomón le escribió a Hiram decía así: 1 R. 5:3-6 “... Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer. Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre. Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como los sidonios”.
En este periodo de la historia, toda la nación de Israel era rica. La Palabra dice: “El rey hizo que la plata y el oro fueran en Jerusalén tan comunes como las piedras” 2 Cr. 1:15 NVI. Ni siquiera se molestaron en contar la plata “pues en tiempos de Salomón la plata era poco apreciada” 1 R. 10:21c NVI. Eso implica que en Israel todos estaban beneficiados con algún grado riqueza. Los israelitas eran conocidos por sus habilidades artísticas y su creatividad. A pesar de ello, Dios hizo que involucraran al rey Hiram y a su pueblo en la construcción del Templo. Eso rompe algunas de las ideas con las que crecimos con respecto a la ayuda y el apoyo de personas ajenas a la fe, cuando se tratan de obras relacionadas con el servicio y la adoración a Dios.
He aquí, en uno de los eventos más sagrados de toda la historia, hay muchos extraños que no son parte del pueblo de Dios, que están involucrados en la construcción de este lugar sagrado. Quizás aquí es donde la declaración de Jesús el que no está contra ustedes está a favor de ustedes podría encontrar una aplicación Lc. 9:50 NVI.
Pero, esta situación de involucrar a los sidonios en la edificación del Templo, también es un testimonio del compromiso de Dios con la excelencia. Dado que los sidonios eran conocidos por sus habilidades con la madera.
Es realmente impresionante el valor que Dios le da a la belleza, a la excelencia y a las personas que se comprometen con lo que Él valora. También es sorprendente que muchas veces las personas que han abrazado el valor de Dios para estas cosas aún no lo conocen. Qué privilegio tenemos de presentarles a Aquel que es el cumplimiento de lo que han anhelado.
En la construcción del Templo, tenemos otra situación que nos permite ver el tipo de gracia donde lo que es santo es tan abrumadoramente ordenado por Dios que lo impío no puede contaminarlo. Estos trabajadores eran albañiles, carpinteros, leñadores que cortaban madera, o eran artesanos que trabajaban con oro o cargadores que ayudaban a transportar materiales. Ellos se convirtieron en un regalo maravilloso para Israel.
Es realmente fascinante y hermoso que algo tan significativo no haya sido construido exclusivamente por el pueblo de Dios. ¿Será que Dios quería que otros experimentaran el gozo y el cambio de identidad personal al estar involucrados en algo tan significativo? Es característica de Dios hacer eso: permitir que las personas descubran en quién se han convertido a través del favor que ÉL les da para cumplir Sus propósitos.
La parte de esta historia que llama la atención es el comentario de Salomón en el vs. 4 Si la palabra para adversario aquí se refiere a Satanás. Debemos preguntarnos ¿Estaba Salomón diciendo que el diablo ya no tenía presencia en Israel? ¿O estaba diciendo que el diablo existía, pero que NO podía causar problemas? No estoy seguro de todas las alternativas que se generan de esto, pero confío en que Salomón estaba ilustrando algo que luego veríamos manifestado en Jesús. Jesús declaró que el diablo no tenía nada en Él. Jn. 14:30 “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”. Sabemos que no hubo el más mínimo ápice de acuerdo con el diablo en ningún pasaje de la vida de Jesús. Eso, por supuesto, se espera. Él es el Cordero de Dios sin mancha alguna. Pero, ¿es esta realidad posible para nosotros? ¿Es posible en una ciudad? ¿Es posible que la sabiduría, y su correspondiente gracia para reinar en la vida, permita a las personas vivir completamente libres de la influencia del enemigo y de su maldad? Si es así, esto revela la naturaleza profunda y el impacto de la verdadera sabiduría en el reino espiritual.
Creo que vivir libre de la influencia del enemigo no sólo es posible, sino que también es absolutamente necesario para que podamos cumplir con nuestra misión. Jesús dio el ejemplo: primero para el individuo, segundo para la unidad familiar, tercero para una iglesia y cuarto finalmente para una ciudad. El diablo no puede tener lugar en quien no le da lugar. Ef. 4:27 “ni deis lugar al diablo”. Le damos lugar cuando nos ponemos de acuerdo con él teniendo malos planes o intenciones, o cuando nos movemos con miedo o creemos en sus mentiras.
Pr. Rafael Vargas