Supongamos que tengo seiscientos mil dólares para regalar y me acerco a tres personas que tengan problemas financieros: La primera persona es un padre de familia que esta punto de perder su casa porque la presentó como garantía de un crédito que no pudo pagar, la segunda es una madre cuyo pequeño hijo necesita un trasplante de médula ósea para salvar su vida, y la tercera persona es un padre de familia que anhela viajar a Europa con su familia y en un mal negocio perdió todo y quedo endeudado. A cada una de ellas le ofrezco regalarle ciento cincuenta mil dólares. La reacción de cada una de ellas sería diferente.
El padre de familia a punto de perder su casa tal vez se quedaría boquiabierto, con una expresión de incredulidad y no entendería lo que le estaría pasando. La madre cuyo hijo necesita el trasplante de médula ósea con seguridad se pondría a llorar de agradecimiento. Y el padre de familia que perdió sus ahorros se pondría a saltar de alegría. Estaríamos presenciando tres diferentes reacciones.
¿Por qué cada uno de ellos tendría una reacción diferente ante un mismo regalo? Si a todos se les daría lo mismo; 150 mil US$; todos ellos estarían pasando por necesidad sin salida. La respuesta es: Porque los hombres somos todos diferentes y reaccionamos de diferente manera ante los acontecimientos de la vida.
El evento es el mismo, las reacciones de cada quien son normales para cada uno de ellos. ¿Podría la persona que recibió la noticia con alegría decir que la que recibió con asombro no valoró el evento, o que no tuvo la actitud correcta, o que está mal que hubiera tenido una expresión de incredulidad? O ¿podría decir que la señora que recibió la noticia con llanto, no estaba agradecida y no recibió el regalo como correspondía? La respuesta de cada uno es diferente; porque no existe sólo una manera de reaccionar ante un regalo increíblemente generoso y que cambia tu vida.
Es lo mismo que sucede con los dones que Espíritu Santo nos da. La gente reacciona de maneras diferentes ante una sanidad, ante un milagro porque cada persona es diferente. Por ello, que no te preocupe que Espíritu Santo provoque comportarse de alguna manera extraña y que esté totalmente fuera de tu carácter.
Hemos visto personas ser ministradas por Dios de diferentes formas y también hemos visto reaccionar a las personas de diferentes maneras. Cuando alguno fue libre de alguna opresión demoníaca, vimos saltar de gozo, vimos a otros llorar y a otros permanecer callados con gratitud por el favor recibido. Sus reacciones ante la misma obra de Dios fueron tan diferentes como son el sol y la luna. Y es lógico que así fuera; porque cada uno de nosotros es una persona singular y diferente.
Por ello hay que entender que una cosa es el regalo de Dios y otra es la reacción de las personas ante ese regalo. Son cosas diferentes. Eso quiere decir que las personas pueden tener diversos tipos de reacciones ante el poder manifiesto de Espíritu Santo. Eso NO significa que la forma en que reacciona una persona sea un patrón para los demás.
Dios opera con todo su poder en nuestras vidas, pero lo hace como ÉL quiere; algunas veces provoca en nosotros reacciones físicas de estremecimiento y sacudones; pero otras veces su ministración es apacible y normal en cada individuo. ÉL no está limitado por nuestras nociones preconcebidas de cómo debería ser su poder, ni su ministración, y nuestra reacción personal ante la manifestación de SU poder.
Es inentendible por qué a veces se pretende encajonar a Dios. Por ejemplo: ¿Si la predicación no te causa emoción quiere decir que ÉL no estaba en ella? Ese tipo de pensamiento parece tener visos de falsa creencia.
Todos queremos que el evangelio se relacione con el mundo en que vivimos. Sin embargo, nuestro caminar empieza en el ámbito espiritual. Si Jesús crecía en el favor de Dios, eso implica que nosotros también debemos hacerlo. Tenemos que aprender a andar en los caminos de Dios y tenemos que aprender a discernir SU PRESENCIA. Todo cristiano debería anhelar tener ese tipo de conexión con Dios.
Cada uno de nosotros, podemos llegar a conocer a Espíritu Santo más y mejor, podemos aprender a entenderlo. Porque ÉL quiere guiarnos a toda verdad y quiere mostrarnos el camino a seguir. Pero si no desarrollamos una genuina relación con ÉL, vamos a ser guiados por lo que fuere menos por ÉL.
Muchos tienen una concepción errónea de lo que es ser guiado por Espíritu Santo. Piensan que es necesario ser dramático o sensacionalista; cuando ÉL es todo un caballero y trata con nosotros de forma natural. No debería ser nada complicado; debería ser algo así como respirar.
Las reacciones de las personas ante la obra de Espíritu Santo son tan diversas como las personas mismas. Unos se caen, otros ríen, otros lloran y otros se quedan callados. No hay una única manera correcta para reaccionar ante algo tan maravilloso en nuestras vidas.
Dios también quiere usarte a ti, mi hermano(a). Y quiere hacerlo tal cual eres tú, dondequiera que tu estés. Y no es necesario tener conductas extrañas ni nada que llame la atención de la gente. Todo lo que se necesita es desear trabajar bajo su dirección a diario; y ten la certeza que ÉL lo va a hacer de manera normal y natural.
Pr. Rafael Vargas S.