Cualquier cosa que no administramos bien, la perdemos. Tenemos que entender que la buena administración de nuestras vidas es sólo poner sabiduría en acción.
Las etapas de crecimiento del ser humano son básicamente cuatro, y son aplicables a cualquier área de nuestras vidas. Las etapas: de sobrevivencia, estabilidad, triunfo y significancia o un valor especial. El objetivo final es que cada área de nuestras vidas alcance a tener sentido, a representar un valor especial. En algunas áreas de nuestras vidas lo alcanzamos mas rápidamente que en otras. Por ej. podríamos estar viviendo una etapa de triunfo en nuestra vida profesional y todavía estar tratando de alcanzar una etapa de estabilidad en nuestra salud. Todos tenemos áreas que mejorar en nuestras vidas. Así que sólo tenemos que seguir aprendiendo y madurando.
Hay personas que apuntan al objetivo equivocado, piensan que cuantos más milagros reciban, son más exitosos. Póngase a pensar un momento. ¿Cuándo alguien necesita un milagro? ¿Cuándo las cosas van bien? ¿Cuándo esta lleno de salud? Uno necesita un milagro cuando esta en grandes problemas en algún área de su vida. Los milagros de sobrevivencia solo suceden cuando estás atravesando esa etapa, esos milagros no suceden en la etapa de triunfo. ¿Cuándo suceden los milagros de provisión financiera? Estos acontecen cuando estas quebrado financieramente y obviamente son espectaculares; pero si lo piensas bien, los milagros no son lo mejor que Dios tiene para tu vida.
Sabemos que los milagros nacen del poder de Espíritu Santo y se dan para solucionar alguna situación, Dios no hace nada sin propósito. Pero, es mucho mejor tener buena salud que tener mala salud y que un milagro te mantenga vivo. Los milagros son fabulosos cuando los necesitamos y nos bendicen; pero ¿Es el deseo de Dios que sus hijos vivamos en la etapa de sobrevivencia toda la vida? ÉL quiere que nosotros hagamos uso del conocimiento y la sabiduría para construir nuestro camino al éxito y que alcancemos significancia en cada área. Ahí es cuando realmente podemos ayudar a otros a crecer.
Si estamos viviendo constantemente en la etapa de supervivencia, cómo podemos ejercer una influencia valedera con los demás. Necesitamos llegar al nivel donde nuestra vida tiene un valor especial, al nivel de significancia, a través de la aplicación de sabiduría en nuestras vidas.
Cuando Israel salió de la esclavitud a la tierra prometida, fue un trayecto de supervivencia con destino final en la significancia de mostrar a las naciones al Dios verdadero. Allí Dios proveyó a los israelitas todas sus necesidades a través de milagros espectaculares. Para el frío nocturno del desierto les dio una columna de fuego que los calentara. Para el calor agobiante del día les dio una nube que los cubriera. Sus ropas y calzados no se gastaron durante cuarenta años. Cada día les dio comida del cielo. Tuvieron sed y broto agua de la roca. ¿Podríamos llamar a esa travesía una etapa de triunfo? Comiendo la misma comida 3 veces al día por 40 años, solo pura agua; vistiendo la misma ropa. Esos milagros sólo los mantuvieron vivos. Ellos anhelaban llegar a la Tierra donde fluía leche y miel.
Si Israel quería tener la tierra prometida, tendría que luchar contra gigantes que la poseían. Ellos tenían que reunir valor y tener fe para meterse a pelear con quienes moraban ese lugar. Allí en esa tierra iban a pasar de la etapa de sobrevivencia a la de estabilidad y luego de conquistarla iban a vivir la etapa del triunfo. Primero, necesitaban tener fe en que Dios los llevaría a través del desierto hasta la tierra prometida; la generación que salió de Egipto no tenia esa fe para agarrarse de la promesa de Dios y murió en el desierto. Cuando la siguiente generación entró en la tierra prometida para poseer su promesa, dejó de caer maná del cielo y sus ropas empezaron a gastarse, ya no salía agua de la roca, y tuvieron que cavar pozos. Los milagros para la sobrevivencia ya no eran necesarios porque ellos tenían acceso a algo mejor, si tenían la fe necesaria y se esforzaban por conseguirlo.
A Dios le encanta hacer milagros por su pueblo cuando éste está en la etapa de sobrevivencia. Pero para triunfar, no espere que funcione como para sobrevivir porque el triunfo y el valor especial llegan a través de accionar los principios de Dios. Ese es el lado práctico.
A veces somos tan inclinados a pensar que todas las cosas se dan espiritualmente al punto que no pensamos bien. Para llevar una vida de intimidad con Dios hay que volverse excelente en todas las áreas de la vida. Tenemos que aprender a usar la conjunción entre Fe y Sabiduría. Es necesario aprender, tener conocimiento, desarrollar habilidades y talentos, y así es como maduramos. Al usar la Fe y Sabiduría para manejar bien cada área de nuestras vidas, haremos que nuestras vidas alcancen significación es decir que tengan un valor especial. Entonces nos convertiremos en modelos de vida. Dios no hace nada de forma mediocre. La excelencia tiene su origen en Dios. Sal. 93:1
Pr. Rafael Vargas S.