Un aspecto clave para ser exitoso en el Reino de Dios es la administración de lo que ÉL nos ha dado.
Mayordomía es el proceso de proteger y aumentar los bienes y recursos de otros. Sólo mediante el cumplimiento de los principios bíblicos de la mayordomía, tendrás una vida de victoria financiera. Si decides no reconocer a Dios como el dueño de tus finanzas, no podrás materializar las bendiciones financieras que ÉL ha asociado a sus preceptos.
Muchos de los cristianos no comprendemos que el dinero es un regalo de Dios. Aunque, puede que reconozcamos que ÉL nos lo ha dado, no llegamos a comprender totalmente su propósito. Demasiadas veces lo gastamos o desperdiciamos, en vez de aprovechar al máximo sus beneficios.
Dios tiene un propósito para tus finanzas. Dt. 8:18 “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres”. La razón para darte poder para hacer las riquezas: es para “confirmar su pacto”. Esto no significa que todos serán ricos según el criterio del mundo. La Palabra define la riqueza como tener suficiente para comer, un lugar para vivir, tener ovejas y ganado, lo suficiente para sentirse satisfecho. Cuando Dios habla de riquezas en la Biblia, se esta refiriendo a aquellos que tienen suficiente en todos los aspectos de la vida, además de su capacidad para disfrutarlo.
Para comprender el pacto, primero debemos comprender el reino. El reino se refiere a la operación del gobierno de Dios sobre cada parte de la creación. El reino tiene una agenda, que es la demostración visible del gobierno de Dios sobre cada área de la vida. Para los creyentes, la sumisión a la agenda del reino de Dios abre paso a la participación del cielo en nuestra vida sobre la tierra.
Un reino debe tener un rey o un gobernante, súbditos que están sujetos al gobernante, leyes y dominio. En el reino de los cielos, Dios es el rey, nosotros somos súbditos de Dios, las leyes son verdades y principios bíblicos y el dominio es un radio de acción sobre el cual el rey gobierna. Sal.24:1.
Con Dios como el Gobernante, si queremos habitar en su reino, recibir las bendiciones y los beneficios de vivir en él, debemos seguir los preceptos y mandatos bíblicos establecidos en las Escrituras. La Palabra de Dios nos ofrece una guía y todo el conocimiento que necesitamos para disfrutar el éxito en nuestra vida personal, incluso en nuestras finanzas. Cuando Dios puede confiar en sus súbditos como buenos mayordomos al recibir sus bendiciones y usarlas para el avance de su reino, se motiva a darles más.
El pacto de Dios tiene el propósito de bendecir a las personas del pacto para que puedan bendecir a otros. En el pacto con Abraham, Gn. 12:2 “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”. Los principios de bendición del pacto continúan en el nuevo pacto que Dios también nos ha dado. Si sólo estás pensando en tu casa, tu trabajo y tu dinero, no estas teniendo en cuenta el pacto. Estás limitando lo que Dios puede hacer y hará a través de ti para bendecirte, porque no estás pensando con una mentalidad de pacto. Estás pensando sólo en tu reino y no en el de Dios. Entender y vivir dentro del pacto es clave para nuestra victoria espiritual y financiera.
Si eres cristiano, eres parte del reino de Dios, y ello te otorga derechos descritos en su pacto. Sin embargo, si no conoces tus derechos, como podrías ejercerlos. No sabrías como aprovechar al máximo los derechos y privilegios que te han sido concedidos como ciudadano del reino de Dios. La razón por la que necesitas entender tus derechos y privilegios del pacto es para saber como vivir una vida victoriosa con la autoridad de ser parte del reino de Dios.
Las promesas y la voluntad de Dios derivan de su pacto. Ex. 19:5-6 “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa…”Como resultado de su obediencia, recibirían el derecho a ciertos privilegios, protección e incluso honor. Los recursos que Dios nos da son para que seamos fructíferos, los multipliquemos y los usemos para expandir el reino de Dios en la tierra. Muchos no lo entienden así, no se dan cuenta de que el pacto está directamente relacionado con el avance del reino de Dios.
Vivir de acuerdo con el pacto es clave para participar de los privilegios, la autoridad y la victoria del reino. No se puede experimentar la prosperidad del pacto sin demostrar primero un compromiso con él. Dt. 29:9 “Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis”. Tú prosperarás cuando guardes el pacto de Dios. Debes saber que tu nivel de prosperidad en el nuevo pacto está en función directa al nivel de tu crecimiento espiritual.
El pacto esta destinado a producir progreso en tu vida. Cuando operas de acuerdo con el pacto de Dios, recibes el caudal de poder, posición, providencia y autoridad de Dios. Como creyente nunca debes separar la parte espiritual de tu vida, de la parte material y física de tu vida.
3 Jn. 2 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. El apóstol estaba orando por prosperidad material, física y espiritual de los creyentes. Todas están interrelacionadas. Cuando viven sin tener en cuenta esa relación, a menudo terminan viviendo en condiciones no satisfactorias. Aquellos que hacen mucho dinero, pero ignoran el componente espiritual y el propósito de las riquezas, a menudo viven con el alma vacía y la vida arruinada. Sólo usan su dinero en un intento de camuflar el vacío interior. Y aquellos que viven con mentalidad de pobreza, con la excusa de ser espirituales, sólo terminan siendo improductivos y no contribuyen a satisfacer sus propias necesidades, y peor aun van a satisfacer las necesidades del Cuerpo de Cristo ni al avance de SU reino. Lo que no entienden estas personas es que Dios no está en contra de la riqueza; ÉL está en contra del mal uso de la riqueza y de la motivación equivocada por la riqueza.
Pr. Rafael Vargas S.