La historia de los varones que fueron desde tierras lejanas a adorar al Rey de Israel es una de las historias más intrigantes de la Biblia. Algunas versiones de la Biblia nos dicen que eran hombres sabios, otras que eran magos, incluso hay una versión que dice que eran reyes magos. Además, no sabemos cuántos eran; solo sabemos que ellos le trajeron al niño Jesús tres tipos diferentes de regalos que eran: oro, incienso y mirra. Independientemente de todo ello, se les llama "hombres sabios" por una buena razón. Ellos ilustraban la sabiduría, de forma inusual.
Estos varones viajaron probablemente cerca de dos años solo para adorar a Aquel que nació Rey de los judíos. La actitud asumida por ellos reafirma el concepto de que la sabiduría conduce a la adoración. Este rey que ellos fueron a adorar era un bebé, así que ellos fueron a adorar a Alguien que no podía hacer nada por ellos.
Jesús enseñó:
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Mt. 5:3.
A la luz de esta enseñanza surge la pregunta ¿Qué es realmente ser pobre en espíritu? Obviamente NO es algo negativo, ni perjudicial ya que Jesús lo expuso como una bienaventuranza.
Podemos decir que ser pobre de espíritu NO significa dedicarse a la auto-condena, ni tampoco a la autocrítica, y menos aún a la vergüenza. Ser pobre de espíritu NO es algo que se encuentre en las personas que se menosprecian para parecer humildes. De hecho, la falsa humildad nos alejará de nuestro destino. En cambio, la verdadera humildad nos llevará a ello.
Buscando luz para comprender cómo debe ser nuestra conducta como hijos de Dios en nuestra relaciones interpersonales, me tope con estos versículos que llamaron mi atención.
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Fil. 4:4
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. Ro. 12:14-16
¿Por qué Jesús nos ordenaría gozarnos con los que se gozan? El hecho de que Él lo ordene implica que esta instrucción NO nos llega de forma natural, y con seguridad, no es nuestro momento de avance. Porque cuando hay que ordenar el regocijo, es porque nuestras circunstancias no se prestan al gozo.
La Biblia afirma que la Iglesia es una nación santa y que los descendientes de Abraham son hijos de la promesa, refiriéndose a la promesa de salvación.
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…” 1 P. 2:9-10
“No que la palabra de Dios haya fallado…..En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”. Ro. 9:6-8
Necesitamos tener una comprensión completa y cabal de nuestro propósito e identidad. Porque NO gastaremos lo que no sabemos que tenemos en el banco. Sin una comprensión clara de quiénes somos en el plan de Dios, no tomaremos los riesgos necesarios para ver cumplidos sus propósitos. Esta carencia nos priva de pensar de una manera que produzca la transformación que Dios quiere para cada uno de nosotros y como iglesia.
Resumen Parte 1. Ver la importancia de la hora en que vivimos y el llamado igualmente trascendente. Estar consciente de la aparente contradicción de lo expresado por el profeta Isaías en el cap. 60. Esa paradoja con luz y oscuridad en la tierra. Es importante mencionar, que no hay guerra entre la luz y la oscuridad. Cuando se enciende una luz, la oscuridad se va automáticamente. No hay lucha. La luz es eso, es completamente superior.
“Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga…” Salmo 67
Este salmo revela el efecto del toque de Dios en nuestras vidas y el impacto que tiene en las naciones del mundo. Es importante analizar este mensaje profético.
Comienza con una oración pidiendo misericordia, bendición y que Dios manifieste su favor sobre nosotros. Al hacer esta petición, deja establecido que no quiere la bendición de Dios aparte de la presencia de Dios sobre nosotros.
No orar por una vida llena de bendiciones es absolutamente tonto y egoísta. La principal revelación de Jesús a la gente fue que Dios es nuestro Padre. Cuando las personas no ven que somos bendecidos, asumimos que, en cambio, sabrán cómo es Dios a través de nuestras prédicas, las que rara vez se toman el tiempo de escuchar.
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
Alza tus ojos alrededor y mira, todos estos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti”. Isaías 60:1-5
Tengo el anhelo que el pueblo de Dios vea la importancia de la hora en que vivimos y el llamado trascendente de Dios en nuestras vidas. Estoy consciente de la paradoja de Isaías 60 con luz y oscuridad en la tierra. Es importante mencionar, que no hay guerra entre la luz y la oscuridad. Cuando se enciende una luz, la oscuridad se va automáticamente. No hay lucha. La luz es eso, es completamente superior.
Me niego a alimentar mi alma con malas noticias. Solo alimentaré mi alma con lo que Dios ha hecho y lo que está diciendo. Debo estar en posición de ver el impacto total del Evangelio predicado donde sea posible. Hoy vamos a hablar del Salmo 67:1-7:
Una de las interrogantes que deberíamos resolver es ¿Cómo me ve Dios? Y podrían haber muchas posibles respuestas a esta interrogante: Es posible que ÉL me vea como un gusano despreciable, o tal vez me ve como un indigno y despreciable pecador, o quien sabe me ve como un hijo pródigo, o tal vez simplemente como un hijo….
Descubrir nuestra significancia a los ojos de Dios es una de las revelaciones más importantes y gratificantes que podemos recibir. Porque nos libera para vivir la vida como una ofrenda gozosa para Él.
Este es un tema aterrador para aquellos que están acostumbrados a mantener la "humildad" pensando en sí mismos con autocrítica y vergüenza.
Una verdad que tiene que estar clara para todo creyente, es aquella que está relacionada con lo que sucedió en la cruz cuando Jesús dio su vida por la humanidad. Porque derivado de ello, en nuestra calidad de hijos de Dios debemos tener la certeza que hoy día tenemos el mismo acceso a Dios el Padre que aquel acceso que tiene Jesús.
Permanentemente oímos malas noticias de cómo se incrementa la maldad en nuestras ciudades y naciones. Pero, aquí está lo bueno: Jesús gana. Es más, Jesús ya ganó, obtuvo la victoria con lo que hizo en la cruz y con su resurrección.
Los hijos de Dios no luchamos por la victoria sino que luchamos desde la victoria de Cristo hacia la vida. La victoria de Jesús fue sobre todos los enemigos de la humanidad: el pecado, la muerte y todos los poderes de la oscuridad. Su Evangelio es poder de Dios para salvación. Y SU salvación toca cada parte de la vida, incluidos los propósitos de Dios para las ciudades y las naciones.