“Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”. Pro. 4:23 NVI
Ante esta recomendación deberíamos asumirla e invertir nuestro tiempo, energía, esfuerzo y creatividad en cuidar nuestro corazón. Al decirnos “por sobre todas las cosas”, nos está señalando que cuidar nuestro corazón es más importante que ir a trabajar, que ganar dinero, que el entretenimiento.
Sobre todo aquello que apreciemos, debe tener prioridad el cuidar nuestro corazón.
¿Por qué esta advertencia está inmersa en la Palabra? Porque todo lo que uno hace esta influenciado por aquello que nuestro corazón valora o ama más.
La cuestión es ¿Cómo cuidar nuestro corazón?
Una manera sería haciendo que nuestro corazón esté inmerso en cosas que nos permitan renovar nuestro amor por Dios y por nuestro prójimo. Y otra manera sería protegiendo nuestro corazón de todo aquello que pudiera seducirlo a vivir para sí mismo.
“Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela, y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo y no que todo él vaya al infierno”. Mt. 5:29-30 NVI
Jesús está dando una directriz acerca de que debemos hacer para prevenir caer en pecado. Cómo debe ser mi forma de actuar antes de que se produzca la tentación. Porque la Biblia es clara cuando se trata de que uno ya está pasando por una tentación. Pablo le dijo a Timoteo “Huye de las malas pasiones de la juventud y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio”. 2 Ti. 2:22 NVI.
La Biblia nos dice que cuando estamos siendo tentados, debemos huir. Así lo hizo José cuando la mujer de Potifar le ofreció experimentar placeres carnales. “Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y rogó: ¡Acuéstate conmigo!. Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa”. Gn. 39:12 NVI
Volviendo a Mt. 5:29,30, Vemos que Jesús nos está advirtiendo que identifiquemos aquellas actividades que estamos practicando, y las cuales nos seducen y nos tientan para pecar. O también si se trata de relaciones con personas que nos incitan y tientan a pecar; y nos dice, clara y objetivamente que “cortemos” ese tipo de actividades y/o ese tipo de relaciones. Debemos identificarlas y arrancarlas de nuestras vidas. Es posible que se trate de una pareja, o de alguna persona que sea de mala influencia, o incluso un objeto como mi celular, podría ser por mi fijación con las interacciones en redes sociales, o también salir de pachanga con mi amigos… y la advertencia dice que las enviemos lejos de nuestras vidas. Debemos tomar las medidas necesarias para no volver a estar cerca de ellas, con el fin de NO exponer nuestro corazón a caer en pecado. Conociendo la fragilidad de nuestro corazón debemos tratar de cuidarlo.
Podemos apreciar que Jesús está hablando de “cosas buenas”, como el ojo derecho y la mano derecha. El ojo en si ¡no es malo!. Nuestras manos tampoco lo son. Por el contrario ambas partes de nuestro cuerpo son buenos, son útiles y necesarios. Pero lo que nos advierte la Escritura es que estos, a pesar de ser buenos y útiles pueden ser ocasión de pecar. Tanto los ojos así como las manos, no son pecaminosos en sí mismos; pero si pueden servir para tentarnos y caer en pecado. Ahora bien, es evidente que los ojos y las manos pueden ser una representación de cualquier cosa que para uno sean ocasión de pecar.
Por ejemplo, salir con tus amigos no creyentes puede ser ocasión para caer en emborracharte. ¿Es malo salir con tus amigos no creyentes? ¡No necesariamente, es malo! La cuestión es que sepamos discernir si es malo para uno en particular. La cuestión es que este tipo de situaciones pueden inducirme a alejarme de Dios y exponer mi corazón a algo que si puede ser malo para mi vida espiritual. El apóstol Pablo dice: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna”. 1 Co. 6:12.
La clave para discernir si algo es piedra de tropiezo para uno, radica en ser honesto con uno mismo y preguntarme ¿Es esto de provecho para mí? Es decir, me está acercando a Dios o me está alejando de Él. Y también deberíamos preguntarnos, ¿Esto me está dominando? Como si fuera alcohol o alguna droga.
Una de las cosas que más nos cuesta admitir es que somos dominados por ciertas prácticas, hábitos y/o relaciones que no son malas en sí mismas pero que nos controlan y dominan. Seamos honestos con nosotros mismos. No es malo, pero ¿te domina?. El libro de la sabiduría dice en Pro. 6:28 NTV “¿Podrá caminar sobre carbones encendidos sin quemarse los pies?”
La batalla con el pecado no está fuera de ti, se lleva a cabo en tu corazón. El problema no está en el celular, no está en el internet, no está en las revistas, está en tu corazón. Por ello, sobre toda cosa guardada guarda tu corazón.
Tenemos una naturaleza caída y vivimos en un entorno caído; ¡necesitamos ayuda! Debemos ser conscientes de nuestra propia fragilidad, es necesario admitir y reconocer lo fácil que nos resulta entregarnos al pecado. Por ello es tan importante estar apegado a Dios a través de la guía y la fortaleza que nos de su Espíritu Santo, quien vive en nosotros. No lo lastimemos, ni lo apaguemos.
Pr. Rafael Vargas