A lo largo de la historia de la Iglesia vemos como han existido diferentes énfasis en la ministración, la adoración y la predicación. Pero la iglesia siempre se reúne a adorar y a glorificar a Dios. Pero ¿cómo debemos de acercarnos a Dios?, ¿cómo debemos vivir?, ¿cómo sabemos si lo que estamos haciendo está bien o no?, son temas que han estado por años en constante cuestionamiento e indagación.
Ro. 12:1 NTV “Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que ÉL ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a ÉL le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo”. Cómo Pablo lo hace en la mayoría de sus epístolas, antes de decirnos ¿Qué vamos a hacer? o ¿cómo vamos a vivir?, él siempre nos dice qué pensar y qué creer.
1 P. 2:9 NVI “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Proclamar significa dar a conocer algo públicamente; pero si acudimos a la etimología de la palabra vemos que esta proviene del latín que significa “gritar”.
Una proclamación bíblica es una declaración oficial de la Palabra de Dios sobre la vida de un creyente. Toda proclamación debe estar basada en una o más escrituras que apliquen a la necesidad específica.
ITodo lo que hace Dios lo hace con orden; por ello también existe un orden para liberar el poder sobrenatural de la bendición profética.
Existen algunos requerimientos para liberar y recibir la Bendición Profética. Esta bendición debe ser impartida por una persona en autoridad espiritual. Debemos tener claro que la bendición le pertenece a Dios. ÉL instruyo que su autoridad espiritual delegada sea el conducto a través del cual la bendición profética iba a fluir. Num. 6:23 “Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel”.
Is. 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Dios va a hacer cosas conforme a su tiempo y sus caminos.
Los israelitas dejaron Egipto en un día, pero les tomó cuarenta años sacarse la incredulidad que habían incubado en Egipto. A pesar de los milagros relativos a las 10 plagas que envió el Señor sobre los egipcios para que los israelitas pudieran ser libertados, milagros de los que ellos fueron testigos, cuando vieron venir a Faraón con sus 600 carros de caballo en pos de ellos, se aterrorizaron.