Muchas personas trabajan para recibir la atención de Dios y su favor, en lugar de trabajar con Dios por causa de su favor. Se cansan tanto trabajando para Él, que les quedan pocas fuerzas para trabajar con ÉL cuando ÉL les abre las puertas para realizar un servicio relevante. Esto se da porque se ignora la aceptación de Jesús para cada uno de nosotros y eso tiene un costo mortal. Trabajamos duro para ganar el favor divino y así ser aceptados, cuando esto es precisamente lo opuesto a la forma en que opera la vida en el reino de Dios.
Marta y María, ¿siervo o amigo?
Debido a que Cristo es mi justicia, ya soy aceptado. De esa aceptación, viene el favor, y ese favor da vida a las verdaderas obras de servicio. Sirvo en ÉL y no meramente por ÉL. Esto es realmente la clave del ministerio. Este fue el modelo que Jesús nos dio. Él sólo hizo lo que vio hacer a su Padre y sólo dijo lo que escuchó decir a su Padre.
Un ejemplo de esto: lo protagonizan Marta y María. Maria escogió sentarse a los pies de Jesús mientras que Marta decidió trabajar en la cocina. María buscó complacerle estando con ÉL, mientras que Marta buscó complacerle sirviéndole. Marta se enojó porque María no le ayudaba, entonces ella le pidió a Jesús que le dijera a Maria que la ayudara.
Muchos siervos quieren degradar el rol del amigo para justificar su orientación a las obras, con las que se acercan a Dios. Es importante recordar la respuesta de Jesús, ÉL dijo María ha escogido la mejor parte. Marta estaba preparando una comida que Jesús nunca ordenó. Hacer más para Dios es el método que los siervos utilizan para obtener su atención, y para que así su favor aumente para con ellos. El enfoque del amigo es totalmente distinto: disfruta el favor que tiene y lo usa para pasar tiempo con su Señor.
Decir que necesitamos tanto de María así como de Marta es perder el enfoque por completo. Y lo peor, es completamente falso. Hay quien dice que nunca hubiéramos visto nada realizado sino fuera por las Martas. Eso también es una mentira. Esa enseñanza proviene de las Martas que se sienten intimidadas por el estilo de vida de las Marías. Maria no era floja Ella estaba empezando a ser como su Señor, que sólo hacía lo que veía hacer a su Padre. Jesús estaba hablando, por lo tanto, María hizo a un lado otras distracciones y se sentó a escuchar. No se dedicó a hacer una comida que Jesús no había ordenado. Ella había aprendido que trabajar en su presencia es mucho más efectivo que trabajar por su presencia.
Quédate quieto en la presencia del Señor
Mirando la vida de David, podemos apreciar que su gran amor por Dios lo llevó a descubrir la realidad de que Dios es hallado por los que le buscan. En el libro de Salmos encontramos uno de los secretos de la vida de David:
Sal. 37:7 NVI “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él con paciencia. No te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados”.
Quédate quieto en la presencia del Señor, así dice la NTV. En otras palabras descansa en el Señor y espera con paciencia. La palabra descansa, puede tomarse en dos diferentes sentidos, la primera es “quedarse quieto”, el otro sentido es realmente fascinante; significa “dar un paseo de placer”. De inmediato recordamos la imagen de Dios caminando con Adán en el Jardín del Edén, esto ilustra el verdadero descanso que encontramos en una relación correcta con Dios.
Conocemos que todo lo que fue perdido por causa del pecado de Adán, es restaurado en Jesús. De manera que, descansar en el Señor significa que el obstáculo para tener una correcta relación con Dios ha sido quitado y que esa batalla ha terminado. No necesito pelear para ganar la atención de Dios. Yo ya tengo su favor y puedo caminar con Él, desarrollando una relación con mi Señor. Todo esto ha sido provisto a través del regalo de la salvación.
Es asombroso comprender que David descubrió este poder al esperar en Dios. David nos amplía el espectro de lo que significa esperar en Dios:
Sal. 37:9 “Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra”.
Esta no es una espera pasiva, es una espera con expectativa.
Is. 8:17 “Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré”.
Pr. Rafael Vargas S.