La vida del rey David es motivo para hacer un estudio interesante. La combinación de dones en su vida fue extremadamente diversa. Su pasión como músico marcó la pauta en las Escrituras, pero al mismo tiempo era considerado un gran guerrero. David, reformó la adoración, y lo hizo trayendo la música a la expresión de la adoración; mientras entrenaba a una generación para que valorara la presencia de Dios por encima de todo lo demás. Su ejemplo de adoración se convirtió en el prototipo de adoración en la Iglesia del Nuevo Testamento.
El mayor descubrimiento de David fue sobre la presencia de Dios. Su gran descubrimiento tuvo que ver con la respuesta de Dios a su alabanza. David se dio cuenta de que la presencia de Dios habitaría en su alabanza.
En pocas palabras, Dios establecería Su trono sobre las alabanzas de David, mostrándole el tipo de sacrificios que realmente deleitaban a Dios. Y esto lo cambiaría todo.
David descubrió en el corazón de Dios que nunca se trató de la sangre de animales; sino que se trataba del corazón rendido. Esta entrega del corazón se convertiría en el modelo que David estableció para la adoración en el Tabernáculo.
Todo esto era una vida orientada a la gracia, ya que en aquel tiempo la gente no podía tener acceso al Arca del Pacto o la presencia de Dios, antes de que la sangre del Cordero fuera derramada. Sin embargo, Dios permitió un anticipo, para que pudiera haber un vislumbre profético de lo que estaba por venir. Y ese anticipo le fue dado solo a David.
A pesar de la forma en que David ilustró continuamente la gracia del Nvo. Testamento antes de su tiempo, él fue una figura del Ant. Testamento en un aspecto muy claro: era un hombre de guerra y había derramado mucha sangre.
David tuvo el sueño de construir una casa para Dios. Si bien puede parecer una tontería, ya que Dios no necesita un edificio hecho por el hombre para vivir, David quería honrarlo con un edificio. Dios vio el corazón de David y se conmovió, pero no permitió que él construyera ese Templo. En cambio, permitió que lo hiciera Salomón, el hijo de David:
1 Cr. 28: 2-3 “Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para edificar. Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre”.
David hizo un descubrimiento aleccionador en su búsqueda por construir una casa para Dios: no se le permitiría construir el templo porque era un hombre de guerra. Pero Dios permitió que él hiciera los preparativos para el edificio, acopiando los materiales y suministros para que Salomón tuviera lo suficiente para arrancar la obra.
David consideró su extrema generosidad hacia este proyecto de construcción como un acto de adoración privilegiado. Oró para que el estándar que estableció en la generosidad se convirtiera en el estándar para el pueblo de Dios para siempre:
“Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti”. 1 Cr. 29:18. Además de todo esto, David le proporcionó a Salomón planos y planes elaborados para este templo, los cuales Salomón usó y también atesoró.
Yo siempre había pensado que no permitir que David construyera el templo era el castigo de Dios sobre él, al igual que cuando Dios no permitió que Moisés entrara en la tierra prometida. Recordemos, Moisés golpeó la roca a la que se suponía que debía hablar, sin tratar el momento como un momento santo. Como resultado, Dios no le permitió entrar en la tierra que se le prometió.
Pero ese no fue el caso de David, ya que fue Dios quien lo había convertido en un hombre de guerra. Dios lo dirigió en las batallas que le tocó librar, dándole instrucciones sobre cómo pelear y contra quién pelear. David era un guerrero poderoso que obtuvo para Israel las tierras que Dios le había prometido a Josué, pero que aquella generación y las posteriores nunca habían podido obtener. ¿Y luego encontramos que David no pudo construir el templo porque hizo lo que Dios le había llamado a hacer?
Dios, no pudo haber querido decir esto como un castigo, porque Él no es un Padre irrazonable. En cambio, Dios estaba revelando un principio importante: EL no construye en base a ministerios que han derramado sangre.
¿Qué características tendrían esos ministerios que han derramado sangre? En mi criterio, son aquellos ministerios que se enfocan en destruir y derribar en lugar de construir y traer esperanza. Sin embargo, cuando la fuerza impulsora es la esperanza, esta lo cambia todo. Eso no significa que no debamos eliminar obstáculos o corregir cosas que están fuera de orden. Simplemente significa que construir algo que dure requiere que estemos motivados con esperanza para que podamos construir sobre las promesas que nos ha hecho nuestro Padre.
Dios no estaba castigando a David impidiéndole construir el templo. Estaba revelando la naturaleza del ministerio que considera adecuado para construir. Los ministerios que han derramado sangre no tienen cimientos adecuados.
A mi entender, la correcta aplicación de la Palabra a nuestras vidas está íntimamente ligada con la transformación de nuestra mente, y de nuestra forma de ver la vida. Así como el entendimiento de lo que Dios hace a través de los tiempos.
Pr. Rafael Vargas