Al redimir al hombre, Jesús recuperó lo que este había entregado.
Jesús declaró:
Mt. 28:18 “...Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”.
En este pasaje, Jesús cumple la promesa hecha a sus discípulos cuando les dijo “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Mt. 16:19.
En el monte Carmelo hubo una tremenda confrontación entre los poderes del mal contra los poderes de Dios, y el resultado de este enfrentamiento fue un retorno a Dios.
Es un hecho que la maldad ha venido aumentando y aumentará más aún, pero de igual manera, donde abunda el mal, sobreabunda la gracia. Así como el poder del “enemigo” se acrecienta, el poder de la Iglesia del Señor también se incrementará y habrá un incremento exponencial de acciones sobrenaturales que vivirá la iglesia.
Dios le había dado a Adán las llaves del dominio del planeta, el diablo tenía que obtener su autoridad del hombre. La sugerencia de comer la fruta prohibida era simplemente un esfuerzo del enemigo para hacer que Adán y Eva se pusieran de acuerdo con él para oponerse a Dios y así empoderarlo a él. Hasta el día de hoy, el poder que tiene el diablo para matar, robar y destruir lo posee por el acuerdo con Adán y Eva. El acuerdo con los seres humanos lo sigue empoderando aún en la actualidad.