Cada uno de nosotros debería anhelar ser un creador de milagros. Habiendo entendido que eso es lo que Dios quiere para cada uno de nosotros, pregúntate: ¿Qué más puedo hacer yo para crear y para incrementar mi poder de hacer milagros?
Lo primero que tienes que hacer es asegurarte de estar “enchufado” a la fuente, es decir a Dios. Muchas personas se enchufan a la fuente los Domingos cuando asisten a la Iglesia, pero el Lunes, se desenchufan al empezar a encarar sus actividades semanales. Y luego se preguntan porque ellos no pueden experimentar nada milagroso en sus vidas. Si permaneces conectado a tu Creador todo el tiempo, imagínate cuan a menudo y cuan poderosamente tu verías suceder milagros a tu alrededor y en tu vida misma.
Haz sido dotado con potencial para ser un creador de milagros. Los deseos en tu corazón son la semilla para creer y empezar el camino de la acción y los resultados a futuro. Jesús mismo preguntó “¿Acaso nunca van a creer en mi a menos que vean señales milagrosas y maravillas?” Jn. 4:48.
Obviamente, Dios es el originador de todos los milagros en el pasado, presente y futuro. La Biblia dice en Gn. 1:26 “Dios dijo: Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros…” Entre otras cosas, nosotros íbamos a hacer milagros, tal como el Padre y el Hijo los hicieron a lo largo de la eternidad.
Si te mantienes “enchufado” y vives anhelando los milagros, estas alineado al Espíritu Santo, estos se van a manifestar en tu vida ya sean pequeños, medianos y grandes.
Creemos que necesitamos un gran evento o una gran idea para hacer un milagro en nuestras vidas, la verdad es que no lo necesitamos. Lo que necesitamos es la convicción y fortaleza para encontrar un sola cosa más. Algo o alguien a quien servir. Algo a alguien en necesidad. Y vamos a vivir milagros.
Deberíamos esforzarnos a diario para mantener la mentalidad de milagros despierta y en acción, con cada persona con la que tomemos contacto, nosotros debemos estar siempre atentos para entrar de alguna forma en la vida de alguien y hacer un pequeño acto de gracia que haga que el curso de su día cambie totalmente de dirección.
Necesitamos más que nuestras buenas intenciones para poder cambiar el mundo. El apóstol Pablo dijo: Fil 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Puedo hacer todas las cosas, pero ¿cómo? A través del máximo hacedor de milagros.
Muy a menudo, nos confundimos acerca de este principio. Nos emocionamos al recordar éxitos pasados. Hinchamos el pecho por las cosas asombrosas que nosotros creemos que hemos hecho. Y empezamos a pensar que podemos hacer cualquier cosa, que somos capísimos. Pero, ¿cuál es el problema con esas declaraciones? Nos muestran una falta de enfoque, y un andar a la deriva de la verdadera fuente de milagros. Y lo que hacemos es acortar las palabras del apóstol Pablo y simplemente decimos “yo puedo hacer todas las cosas y punto”. Nos olvidamos de Cristo, de hacerlas en él y porque EL nos fortalece.
La imagen del Maestro Carpintero, Dios, escogiendo la mejor herramienta, a ti o a mí, para el trabajo que tiene en mano. Por ejemplo, Miguel Ángel puso la creatividad que impulso la estatua de David. Sin embargo, las herramientas que el escogió para hacer el trabajo fueron de suma importancia. Sin lugar a dudas, él mantenía sus herramientas en perfecto estado de funcionamiento, siempre listas para crear algo hermoso cuando estas estaban en sus manos. Yo creo que así es realmente como Dios nos usa.
Si, los milagros, al final de cuentas son de Dios, pero por su gracia y su bondad, EL escoge hacer muchas de estas maravillas milagrosas en nosotros y a través de nosotros. Dios con total intencionalidad hecho mano a cada parte de tu ser, y mientras lo hacía, EL sabía cada buena obra, cada milagro, que EL te iba a llamar a ejecutar. Efe. 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
Definitivamente, Dios tiene guardadas grandes cosas para ti, y El está trayendo constantemente un mayor potencial milagroso ahí directo a tus pies. Nuestro desafío, como hacedores de milagros, consiste en dar el salto en el flujo y agarrar cada oportunidad que viene a nuestro encuentro. Así que no solo te postres y ores por milagros, levanta tu cabeza alto, abre bien tus ojos y ve a ser el milagro en la vida de alguien.
Pr. Rafael Vargas Salgueiro