“6 El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios. 12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”. Ro. 2:6-16.
Hay tres principios de juicio por los cuales cada individuo será juzgado.
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”. Ro. 2:4-5.
Benignidad
Se refiere a algo creado para el bien. De comportamiento ejemplar, que proclama gracia, ternura y compasión demostrando amabilidad, integridad y gentileza.
En los primeros tres capítulos de la carta a los Romanos, Pablo expone la verdad de que todas las personas, en todas partes, son pecadoras y necesitan desesperadamente un Salvador.
En el capítulo 1 de Romanos, Pablo presenta al ser humano pagano ante Dios y muestra que necesita a Cristo como su Salvador. Luego, en Romanos 2, presenta a la persona buena y moral y muestra que la persona moral necesita un Salvador.
Presenta al miembro de la iglesia, a la persona religiosa, y muestra que esta también necesita un Salvador. Luego, en Romanos 3, reúne a toda la humanidad y muestra que todos los hombres, en todas partes, son pecadores y necesitan desesperadamente un Salvador.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Ro. 8:3-4
Nos estamos moviendo hacia nuestro potencial como hijos de Dios. En cómo pasar de la miseria a la victoria. Pablo habla en particular de la ley del Antiguo Testamento: los Diez Mandamientos, los requisitos morales de Dios. Sin embargo, la Biblia enseña que nadie puede salvarse guardando la ley, porque no podemos guardarla. En este pasaje nos dice lo que la ley no puede hacer.
¿Qué puede hacer la ley? La ley es un espejo. El espejo puede mostrarte tu condición y mostrarte dónde necesitas hacer las reparaciones. Todo lo que la ley y el espejo pueden hacer es mostrarte tu condición; no pueden hacer nada por ella.