1 Cr. 12:32…Aquellos que tienen entendimiento de los tiempos y las estaciones del Espíritu de Dios saben lo que Dios quiere hacer y le responderán con sabiduría.
Jesús explicó esto en Lc. 12:54-56 “Decía también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?”
¿Puede un agricultor cosechar durante la temporada de siembra? Es obvio que NO. Plantar en el tiempo correcto es crucial para su cultivo y cosecha. Para que un agricultor se beneficie de la provisión de Dios y obtenga el máximo rendimiento de las semillas sembradas, debe entender de forma muy clara y concreta los tiempos de siembra, así como los de cosecha.
En la Iglesia, nos estamos preparando para la gran cosecha que viene. Para beneficiarnos con lo que Dios quiere bendecirnos, debemos entender los tiempos de poda y cuidado, tenemos que reconocer las estaciones y temporadas. Si este es el tiempo de hacer injertos y podar, que lograríamos si nos ponemos a clamar por nuestra cosecha, sabiendo que no es su tiempo.
Jesús reprendió a las multitudes porque ellos estaban esperando que sucedieran cosas en tiempos equivocados. Según Ecl. 3:1“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Como cristianos tenemos que aprender a reconocer los tiempos y las estaciones de Dios, en especial aquellos referidos a hechos que tienen propósitos cruciales para nuestras vidas, ministerios e incluso para la Nación.
Son tantas las personas que no entienden que, para entrar a la tierra prometida, el pueblo de Dios tuvo que atravesar el desierto. ¿Por qué razón habría de cambiar esto en este tiempo?
Es necesario que cada hijo de Dios pase por su desierto, es un tiempo necesario, es una experiencia imprescindible. Nos gustaría que no fuera así, nos gustaría encontrar un atajo en el camino, pero no hay ninguno. Es el camino a la tierra prometida, y esta no puede ser conquistada si no has vencido tu prueba en el desierto. Entender este periodo de tiempo en la vida es imprescindible para asegurarte el éxito de conquistar tu tierra prometida.
Job. 23:8-9 “He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; Y al occidente, y no lo percibiré; 9Si muestra su poder al norte, yo no lo veré; Al sur se esconderá, y no lo veré”. ¿No es este el lamento de tu corazón? Cuando oras, con frustración haces memoria de esos tiempos cuando simplemente susurrabas el nombre del Señor y su presencia se hacia evidente allí donde lo invocabas, pero ahora en el silencio y la quietud tu quieres gritar: “Señor, ¿Dónde estás?”. Bienvenido seas al desierto; es bueno que sepas que no estas solo, la compañía más importante que vas a tener es la que te va a dar Jesús, quien luego de que el Espíritu Santo hubiera descendido sobre él, caminó en el desierto para enfrentar a las fuerzas de la oscuridad.
El desierto no es un tiempo negativo para aquellos que obedecen a Dios. Su propósito es altamente positivo: para entrenarnos y prepararnos para un nuevo mover de su Espíritu.
Sin saberlo, al entrar al desierto, muchos se comportan faltos de sabiduría, sin entendimiento y empiezan a buscar y a hacer cosas equivocadas. Y si no entiendes porque Dios te llevó a ese lugar y el propósito que tiene contigo; lo único que vas a hacer es prolongar tu estadía allí.
Eso es lo que paso con los hijos de Israel. La falta de entendimiento de su tiempo en el desierto provocó que una generación completa sea incapaz de heredar la tierra prometida.
Cuando Dios te lleva al desierto, allí te va a probar, te va a entrenar te va a preparar para que te conviertas en un guerrero poderoso, allí te va a santificar. Pero los hijos de Israel, de forma errónea creyeron que Dios los había llevado al desierto para castigarles; por eso se quejaban, por ello murmuraban. Y cuando llegó el tiempo que dejaran el desierto y conquistaran la tierra prometida, ellos prestaron atención a los malos reportes de murmuradores y quejones.Teniendo que elegir entre las promesas de Dios y su propia habilidad de hombres, su percepción de las cosas y su propia incapacidad; entonces ellos eligieron creer al hombre en lugar de creerle a Dios. 1 Cor. 10:11 “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Su ignorancia del carácter de Dios hizo que ellos actuaran perversamente, y lo que tenía que ser un breve viaje por el desierto se convirtió en una experiencia para dos generaciones.
Aquellos que entienden el desierto van a entrar en él con gozo, sabiendo que la recompensa de vencerlo es un lugar llamado “tierra prometida”. Dios esta preparando vasos que estén listos para el fresco mover de su Espíritu, vasos que ÉL pueda utilizar.
Lc. 4:1 “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto”. Esto debería dejarnos claro que la razón para ser introducidos al desierto no es la desaprobación ni el castigo de Dios. Es importante tener esto claramente establecido. Tampoco Dios te va a abandonar en el desierto en manos de Satanás o de sus huestes, ni se va a olvidar de ti. Dt. 8:2.
El Señor no deja de trabajar en nuestras vidas cuando estamos en el desierto; nos guía a través de él, sin él no podríamos hacerlo. El desierto no es un lugar de derrota, al menos no lo es para quienes obedecen a Dios.
Pr. Rafael Vargas S.