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Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Ro. 8:3-4

Nos estamos moviendo hacia nuestro potencial como hijos de Dios. En cómo pasar de la miseria a la victoria. Pablo habla en particular de la ley del Antiguo Testamento: los Diez Mandamientos, los requisitos morales de Dios. Sin embargo, la Biblia enseña que nadie puede salvarse guardando la ley, porque no podemos guardarla. En este pasaje nos dice lo que la ley no puede hacer.

¿Qué puede hacer la ley? La ley es un espejo. El espejo puede mostrarte tu condición y mostrarte dónde necesitas hacer las reparaciones. Todo lo que la ley y el espejo pueden hacer es mostrarte tu condición; no pueden hacer nada por ella

Pablo explica lo que la ley no podía hacer por ser débil por la carne. La ley puede decirte cuál es tu postura, pero no puede hacer nada al respecto, pues es débil por la carne. El problema no está en la ley de Dios. El problema está en ti y en mí. No tenemos el poder de ser lo que deberíamos ser

La obra del legislador, el versículo 3: “...Dios, enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado (no en carne de pecado), y por el pecado, condenó al pecado en la carne. Ahí están su encarnación y su sustitución. Jesucristo vino y vivió una vida absolutamente santa en la carne, a semejanza del hombre. Fue sin pecado, tentado en todo como nosotros. Cumplió a la perfección todos los requisitos que Dios había puesto en la ley. Luego fue a la cruz y, como ofrenda por el pecado, cargó con todos nuestros pecados en la cruz del Calvario. Esa es la obra del legislador.

Cuando los seres humanos no pudimos hacerlo, Dios envió a su Hijo para hacerlo en nuestro lugar. Esas son buenas noticias. Versículo 4: “Para que la justicia de la ley se cumpliera (esta es la clave) en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. En el versículo 3 aprendemos lo que Cristo hizo por nosotros. En el versículo 4 aprendemos lo que el Espíritu Santo hace en nosotros. Dios te ha dado el Espíritu Santo. El Espíritu hace en ti lo que Dios espera de ti.

La victoria no se encuentra en luchar por ser lo que deberíamos ser con nuestras propias energías y esfuerzos. La victoria se encuentra en el Espíritu que mora en nosotros y que hace en nosotros lo que Dios espera de nosotros. Tienes una opción. Hay dos tipos de personas en el mundo: los que están en la carne y los que están en el Espíritu. 

 “y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Ro. 8:8-9

Pablo muestra la lucha que se libra en la vida de los cristianos entre su nueva y su vieja naturaleza. Entre el Espíritu y la carne. 

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu…” Ga. 5:16-17

La vieja naturaleza pelea contra la nueva; el Espíritu contra la carne.

Tienes dos naturalezas operando en ti. Puedes elegir vivir según los dictados de esa vieja naturaleza, tu carne, o puedes elegir vivir según los dictados de la nueva naturaleza, el Espíritu.

¿Cómo sabes cuál está ganando la batalla?

En Gálatas Pablo escribe: 

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas…” Ga. 5:19-21 

Si una o más de lo mencionado te caracteriza, entonces ese es el que está ganando. 

Pero si el Espíritu de Dios está ganando, en Ga. 5:22-23 leemos: 

Más el fruto del Espíritu es… amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Ga. 5:22-23

Versículo 25: “Si vivimos en el Espíritu (somos salvos), andemos también en el Espíritu”. La clave para pasar de la miseria a la victoria en la vida de un creyente es andar según los dictados del Espíritu Santo.

Andar en el Espíritu es una decisión diaria y definitiva que tomas como creyente. Si no lees la Palabra de Dios ni oras a diario, no estás andando en el Espíritu. Ni siquiera sabes en qué dirección va el Espíritu Santo si no lees Su Palabra. Tú NO puedes seguir a alguien si no sigues su camino.

No puedo vivir la vida cristiana. Lo he intentado y no puedo. Necesito que el Espíritu Santo obre en mi vida para poder andar en el Espíritu.

“Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Ro. 8:14

Andas según el Espíritu cuando eres guiado por el Espíritu Santo. 

Muchos cristianos intentan vivir la vida cristiana con su propio esfuerzo y, en el camino, se quedan sin fuerzas. Necesitas conectarte al poder del Espíritu Santo. Mantente conectado a la fuente de energía y camina en el Espíritu todos los días. Esta es la diferencia entre la miseria y la victoria.

Pr. Rafael Vargas

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