Las historias y las visiones son fascinantes, pero las cuestiones interpretativas son desafiantes, tan desafiantes, que la interpretación de Daniel es una de las más disputadas cuestiones entre eruditos.
El libro de Daniel es un texto complejo. Está escrito en dos idiomas y en dos géneros; los eventos abarcan dos imperios y múltiples gobernantes, pero el contexto no está ordenado de forma cronológica. Por ejemplo, el libro comienza en hebreo, y cambia al arameo en Dn. 2:4. Al inicio del cap. 8, vuelve a cambiar al hebreo. Los capítulos del 1 al 6 son narrativos. Apocalíptico es un genero enfocado en revelar futuras acciones y juicio divino en términos simbólicos. Daniel es el libro apocalíptico más característico del Antiguo Testamento. Incluye varias indicaciones de su periodo de tiempo, dice que el exilio ocurrió en el 3er. año del rey Joacim y la última referencia de tiempo está fijada en el año 3ro de Ciro, rey de Persia. Todavía en nuestros días se sigue debatiendo cuando fue escrito este libro; unos dicen que fue en el siglo VI a.C. y otros en el siglo II a.C. Ahora bien, cuando las historias y visiones ocurrieron y cuando estas fueron registradas o grabadas puede tratarse de dos periodos de tiempo diferentes, y colocarle fechas al libro marca diferencia en cómo lo interpretamos.
Nuestra posición es que Daniel es el autor de las historias acerca de su vida en Babilonia (cap. 1 al 6), así como las visiones apocalípticas de los cap. 7 al 12. Y dado que él vivió en el siglo VI a.C., el libro debió haber sido escrito en ese tiempo. En el análisis final del libro, este provee una cuenta real de la vida de Daniel así también como de las visiones que él recibió en el siglo VI a.C.
Daniel escribió los hechos más relevantes de su visión, Dn. 7:1 “En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto”.
Luego se relata la visión: Dn. 7:2-8 “Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila…” Esta visión refleja el sueño del rey Nabucodonosor, pero con el uso de animales. Cada una de las naciones representadas en la imagen del cap. 2 y las cuatro bestias del cap. 7 estuvieron vigentes en el tiempo que vivió Daniel y aún son jugadores en el escenario mundial de hoy.
Cada una de las bestias representadas en la visión de Daniel representa cuatro poderes mundiales y corresponden con los imperios del sueño del rey Nabucodonosor. La primera bestia es como el león con alas de águila, esta bestia con esas características representaba al Imperio Babilónico.
La segunda imagen semejante a un oso, simbolizando a los medos y persas (Irán). Esta bestia se levantaba de un lado señalando que los persas tendrían mayor poder que los medos. Las costillas en su boca significan los 3 reinos que ellos conquistaron. Babilonia (Irak), Lydia (Turquía) y Egipto.
La tercera bestia semejante a un leopardo veloz con cuatro alas y cuatro cabezas, y esta representa a Grecia. El ágil leopardo y las cuatro alas simbolizan la velocidad con la que Alejandro Magno conquistó el mundo conocido de su tiempo. Luego de su muerte, su reino fue dividido entre sus cuatro generales, los que liderizaron Macedonia (Grecia), Egipto, Siria y Tracia (que abarca Turquía, Grecia y Bulgaria)
La cuarta bestia no es nombrada porque no tiene semejanza con ningún animal o ser humano. La bestia es descrita como: “espantosa y terrible y en gran manera fuerte”, y dice que tenía unos dientes grandes de hierro, el mismo metal que representaba al Imperio romano en la imagen del sueño. Y esta bestia también tenía 10 cuernos; y era muy diferente de todas las bestias anteriores de ella. Estos diez cuernos equivalen a los diez dedos de los pies de la imagen del cap. 2, aunque la identificación de estos es objeto de debate.
Ambas imágenes, tanto la del sueño del rey, así como esta visión de Daniel representan un reino futuro con gran poder que será encabezado por un gobernante malvado. Este reino será establecido bajo la forma de un Nuevo Orden Mundial.
Luego en Dn. 7:9-10 “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos”. Daniel describe al Anciano de días; esta persona no es otro que Dios el Padre quien juzgara a los reinos y naciones de este mundo.
Más adelante en Dn. 7:13-14 “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”. Acá Dios le da dominio total al hijo de hombre; recordemos que ese fue el nombre favorito que adoptaría Jesús para sí mismo. Y Jesús, nuestro Redentor, gobernara el reino final por toda la eternidad.
Una vez más Daniel nos ilustra de los acontecimientos por venir desde su tiempo y culmina señalando que al final de los tiempos será establecido el Reino de Dios y su justicia. Nos muestra los imperios de maldad tiránica que se establecerían en el mundo, pero con relación a la eternidad del Reino de Dios estos serian breves.
Pr. Rafael Vargas S.