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“y dijo: De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humilla como este niño ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe”. Mt. 18:3-5 RVC

Ser como un niño se refiere a la necesidad de tener una actitud de humildad, sencillez y confianza en Dios. Jesús lo expuso así, que para entrar en el reino de los cielos, es necesario cambiar la forma de pensar y ser más como son ellos. 

Los niños son:

  • Humildes,  porque no se jactan de sus logros.
  • Sencillos, porque no están llenos de prejuicios ni complicaciones
  • Confiados, porque confían ciegamente en quienes los cuidan, así se espera que tengamos una fe confiada en Dios.
  • Receptivos, a la enseñanza y a las nuevas experiencias que los hacen crecer.
  • Perdonadores, los niños generalmente no guardan rencor, perdonan fácilmente.

En el Reino de Dios, la madurez se mide en parte por llegar a ser como un niño. Eso no es para promover o aprobar el comportamiento infantil. Es para aclarar lo que es la verdadera madurez a los ojos de Dios. Es así de sencillo.

Un erudito, dijo que de todo lo que había aprendido, de lo que estaba más consciente era lo que no sabía. Esa clase de aprendizaje es madurez, en un sentido bíblico. Eso es sabiduría

Debemos madurar y buscar la sabiduría, el entendimiento y el conocimiento. Estas cosas son vitales para nuestras vidas. Con el verdadero aprendizaje viene la humildad. El rey David y su manera de percibir e interpretar la realidad que rodeaba a su vida: 

“Y a mí, que estoy  pobre y afligido, ¡No me olvides Señor! Tú eres mi ayuda y mi libertador; ¡no te tardes en responderme, Dios mío!” Sal. 40:17 RVC.

Hay buenas razones para creer que el rey David era el hombre más rico sobre la tierra durante el tiempo de su reinado. Leyendo la Palabra apreciamos  que se gastó muchísimo dinero en el templo del Señor durante el reinado de Salomón, pero con frecuencia nos olvidamos de que fue el rey David quien había pagado por esos materiales y los había almacenado. 

Sin embargo, apreciamos que su enfoque a la vida era el siguiente: “estoy pobre y necesitado”. No creo que hizo esa declaración para verse bien, ni tampoco representaba su lucha con una autoestima desubicada. Él simplemente fue franco y honesto.

Cuando nos vemos a nosotros mismos tal como somos, nunca nos tendremos demasiado en alto. Estar lleno de autocrítica no es la respuesta tampoco. Lo que el rey David nos expone es que su pobreza quedaba descubierta al acercarse a Dios, como Él es nuestro todo en todo.

No estoy interesado en recibir consejo de alguien que simplemente tiene una opinión. Y aunque soy responsable de reconocer la Palabra del Señor, a veces por parte de alguien yo no hubiera buscado intencionalmente para recibir consejo, soy más propenso a escuchar a una persona con experiencia.

Muchas veces lo que llamamos “madurez” es nuestro mayor obstáculo. Glorificar la ignorancia, o la falta de perspicacia, es una meta inapropiada. Hemos de perseguir el conocimiento de Dios, dado que es un mandato bíblico que lo busquemos. Una de las fuertes promesas de las Escrituras en cuanto a los efectos de los dones de Cristo sobre la Iglesia; los que nos traerán a la unidad por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios. Ef. 4:13 RVC. De manera que ¡Perseguir la sabiduría es un mandato!

Históricamente, Dios se mueve más a menudo sobre los que no saben lo que están haciendo. Y no es que Dios prefiera al ignorante. Es que los ignorantes son más flexibles y más propensos a confiar en Él, más allá de su entendimiento. Él puede hacer más a través de personas que se dan cuenta de lo que no saben. Los ignorantes, en lo que respecta a los ¨moveres¨ de Dios, son las mejores herramientas, porque traen menos prejuicios al mover.

Nuestro desafío es seguir siendo como niños. 

Por la misma razón de que Dios usa a menudo al ignorante para Sus más grandes ¨moveres¨, así nos mira a nosotros, esperando que sigamos dependientes, independientemente de cuanto hayamos aprendido. Entre más fuertes las cualidades de confianza y dependencia de Dios estén en la vida de una persona, más maduros son desde la perspectiva del Cielo. En consecuencia, cuanto más es Él capaz de hacer a través de ellos.

Lo que sabes puede mantenerte apartado de lo que necesitas saber si no sigues siendo como niño.

Pr. Rafael Vargas

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