Muchas mentes brillantes han dedicado sus vidas o parte de ellas al estudio de antiguas profecías bíblicas, para entender de mejor manera la cronología del fin de los tiempos. Uno de esos genios científicos fue Isaac Newton. A él se lo conoce por sus aportes como científico, pero pocos conocen que Newton fue un teólogo cristiano que pasó mucho tiempo estudiando la profecía bíblica.
Newton creía que el estudio de la Palabra de Dios era un tipo de ciencia, que, si se interpretaba adecuadamente, podía predecir lo que iba a pasar en el futuro. Uno de los textos que él estudió con mayor entusiasmo fue el libro de Daniel y llegó a la conclusión que entre los profetas bíblicos, Daniel se distinguía en orden de tiempo y debía usarse como la clave para estudiar el fin de los tiempos. Daniel no sólo predijo el futuro, sino que él especificaba cuando iban a ocurrir los eventos que él profetizaba. Para comprender su vida, es necesario recopilar un poco de historia.
La era de oro de Israel fue en tiempos de David y Salomón. Muerto este último, Israel se dividió en 2 reinos; el reino del norte compuesto por 10 tribus y el reino del Sur compuesto por las otras 2 tribus.
El reino del norte eligió la idolatría en lugar de obedecer a Dios, fue conquistado por los asirios y ellos absorbieron completamente el reino y lo anexaron a su imperio con la consecuencia de la pérdida de identidad y costumbres por parte de los israelitas. En cambio, el reino del Sur fue conquistado cuando se sumieron en adoración pagana, 136 años después, y fue capturado por los babilonios. Los babilonios prefirieron no colonizar el reino del sur, y permitieron que judíos se quedaran en el reino de Judea, y así mantuvieron su identidad y costumbres. Sólo Dios pudo hacer que esto sucediera de esta manera y así se preservaron las raíces de este pueblo. Se produjeron 3 exilios donde más de 10 mil judíos fueron llevados a Babilonia para ser inculcados en el aprendizaje de sus usos, idioma y costumbres.
Nabucodonosor confiscó muchos implementos valiosos del templo; pero además tomó un tesoro más valioso, los mejores y más brillantes jóvenes de Judá, quienes habían sido instruidos por sus padres para ser fieles y obedientes al Señor conforme a Pro. 3:3 “Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón”; ésta palabra demostraría ser crucial para su supervivencia durante el tiempo de su cautiverio en Babilonia.
El rey babilonio estimó reprogramar la mente de estos jóvenes en su corte con la participación de los sabios de su reino, para luego re-injertarlos en su sociedad y así tener el control de ella. Entre estos jóvenes estaba Daniel, quien se convertiría en el “príncipe de los profetas”. El terminó siendo consejero de varios reyes, interprete de sueños, un modelo de fe y un profeta de la futura conquista y redención. Aún más importante, los relatos de su visión visionaria se convertirían en una de las claves vitales para comprender el final de los tiempos.
Todo lo que relata el libro de Daniel es un testimonio del poder sobrenatural de Dios. Todo lo que les pasó a Daniel y sus amigos durante su exilio tenía la intención de apartarlos de Dios. Sin embargo, en sus corazones estaba incrustada la Palabra de Dios y por eso, ellos permanecieron leales al Señor. Esta lealtad basada en la fe se convirtió en un faro de luz para las generaciones venideras.
Por ejemplo, sus nombres fueron cambiados, estos eran derivados del nombre de Dios; y les asignaron nombres paganos. Pudieron cambiar sus nombres, pero no pudieron cambiar su compromiso con Dios. Parte de la adaptación consistía en que aprendieran a comer comidas de la cocina babilónica, esas comidas eran de las más exquisitas; pero tenían un problema, antes de ser servidas a los comensales, las mismas eran dedicadas a ídolos paganos. Consumirlas estaría mostrando lealtad a dioses de Babilonia y no al Dios de Abraham. Daniel y sus amigos rechazaron comer esa comida y convencieron al eunuco asignado a ellos que les diera una dieta de vegetales y agua. Ellos no entraron en un ayuno de corto plazo, se abstuvieron de comer delicias por todo el tiempo de su cautiverio.
Daniel siempre tuvo fe de que Dios iba a proveer para su bienestar en toda situación. Y Dios honró la fe de Daniel y sus amigos, a estos les dio sabiduría y conocimiento y a Daniel, además, le regalo el don de la profecía. Dn. 1:17.
¿Por qué decidieron permanecer firmes a sus convicciones aun a riesgo de perder su vida? La respuesta es simple: sus padres les habían enseñado que hay un solo Dios verdadero. Daniel y sus amigos reconocieron que dioses falsos respaldaban el gobierno de Nabucodonosor, pero no tenía la aprobación del Dios Todopoderoso.
¿Por qué los jóvenes de nuestra Nación andan tan descarriados, perdidos en el pecado, en la maldad, en las drogas y los vicios? ¿Por qué hay tantas violaciones de jovencitas? La respuesta es simple: Porque no les enseñamos los caminos del Señor, como ÉL nos pidió que lo hiciéramos. Los padres no imparten las verdades de Dios en sus familias y tampoco hablan palabras de bendición sobre sus hijos, dejándolos indefensos ante las maldades del enemigo. Es mas, muchos padres están ausentes de sus hogares física y espiritualmente y esto hemos de remediarlo.
Los hombres están fallando en cumplir sus responsabilidades básicas y las mujeres han asumido el rol de los varones. El resultado es inevitable, ya sea en una familia, una nación o una civilización, y puede resumirse en una sola palabra: confusión.
Pr. Rafael Vargas S.